Pugna entre partidos
Más allá del 'solo sí es sí': PSC y Comuns, a la brega también en Barcelona y en el Parlament
La salida de Collboni del gobierno municipal y la negociación de los presupuestos catalanes han tensionado la relación entre los aliados en el Ejecutivo
Sara González
Periodista
Periodista especializada en Política. Autora de 'Per raó d'Estat' (Ara Llibres), 'Cas Mercuri. La galàxia Bustos' (Saldonar) y 'El part dels comuns. Relat del naixement de Catalunya en Comú' (Saldonar)
Cierto es que la grieta abierta entre el PSOE y Unidas Podemos a cuenta de la ley del 'solo sí es sí' es más grande y arriesgada, pero esa tensión de alto voltaje entre los dos partidos no se circunscribe únicamente a la Moncloa y el Congreso. Tampoco el PSC y los Comuns traviesan, precisamente, una luna de miel. Ni en Barcelona, especialmente desde la salida del socialista Jaume Collboni del gobierno municipal para centrarse en la campaña; ni en el Parlament, donde la larga negociación de los presupuestos ha distanciado a dos partidos que se repelen verbalmente tanto como pactan.
La renuncia del primer teniente de alcalde irritó especialmente a la alcaldesa Ada Colau, que manifestó públicamente que la había "decepcionado" y que era una "falta de respeto" hacia los ciudadanos dejar su función política para hacerse "fotos y cafés" a las puertas de las elecciones municipales. "Collboni está transmitiendo una imagen frívola e irresponsable", critican entre bambalinas desde la dirección de los Comuns, que admiten que la interlocución con los socialistas es ahora "más tensa". De hecho, el mandato ha estado plagado de múltiples choques entre ambos por carpetas como el modelo turístico de la ciudad, el plan de usos, la sede del Hermitage o las 'superilles', entre otros.
Por contra, desde el PSC replican que justamente es Colau la que más se abona a los "fuegos artificiales" de la política con, por ejemplo, gestos como el de esta semana de suspender de forma temporal las relaciones con Israel a causa de la ocupación de Palestina. La decisión no ha hecho más que echar leña al fuego a la convivencia con su socio de gobierno, que no esconde que hay heridas que nunca han cicatrizado. Como la decisión de los Comuns de expulsar al PSC del ejecutivo municipal en noviembre de 2017 por la aplicación del 155. "Ella, la que ahora dice que votaría en contra de la independencia", dejan caer dirigentes socialistas.
La incorporación de Rabell
El fichaje de Lluís Rabell en el equipo de Collboni ha dejado indiferentes a los Comuns, que hace tiempo que habían roto todos los vínculos con quien lideró en 2015 la candidatura de Catalunya Sí que es Pot sin apoyo de Colau y que, de hecho, ya ubicaban en la órbita socialista. Diferente fue, recuerdan, cuando Joan Josep Nuet primero y Elisenda Alamany después saltaron directamente de los Comuns a listas electorales con ERC. Por contra, en el PSC sacan pecho de su capacidad de suma en un momento en que Illa en el Parlament está ganando centralidad y que en la carrera electoral en Barcelona hay un empate técnico a cuatro.
"Hace tiempo que el PSC está haciendo un giro hacia posiciones más conservadoras", asegura un dirigente de los Comuns. Argumenta que, desde la salida de Junts del Govern, los socialistas no solo han estrechado lazos con los posconvergentes, cosa que se ha traducido en más alianzas en el Parlament, sino que durante la negociación de presupuestos Salvador Illa ha hecho caballo de batalla del cuarto cinturón, el Hard Rock y la ampliación del aeropuerto, que entienden que no casa con el proyecto de un partido de izquierdas.
De hecho, Jéssica Albiach acusó a Illa de haber dilatado la aprobación de las cuentas por motivos partidistas y para poner estas grandes infraestructuras por delante de recursos para la sanidad. En contraposición, el PSC defiende que su apuesta no es la del "decrecimiento", sino la de la "prosperidad y la protección" de las personas y recuerdan que el grupo de Albiach tiene ocho diputados en el Parlament con sus postulados. Si alcanzaron un acuerdo para las cuentas relativamente rápido con el 'president' Pere Aragonès, añaden, fue para "asegurarse" el 'sí' de los republicanos a las de Colau.
El pacto con el Govern de ERC
A pesar del intercambio de reproches, si hay nuevos presupuestos catalanes es gracias a una alianza de ERC tanto con el PSC como con los Comuns. Otra cosa es qué pasará ante los acuerdos que se tendrán que tejer tras las municipales y, a más largo plazo, tras las elecciones catalanas. "Ha pasado a mejor vida la priorización de los pactos progresistas", dicen los Comuns sobre el partido de Illa. Y la respuesta socialista es que Colau olvida que, si ha continuado siendo alcaldesa, fue por los votos de Manuel Valls.
El temor de los Comuns es que el PSC -a quien incluyen junto a ERC en sus alianzas preferentes- se decante por pactar con Junts tanto en la capital catalana como en las diputaciones, y que este sea el preludio de lo que pueda pasar después en Catalunya. Justo la misma suspicacia que reconocen en ERC, que se defiende de los que la acusan de haber apostado por un nuevo tripartito replicando que es la "sociovergencia" la que intenta abrirse paso.
Suenan tambores electorales, siempre inversamente proporcionales a las complicidades. Hasta que las urnas se cierran y, después, llega la supervivencia política. Lo saben bien el PSOE y Unidas Podemos y lo saben bien también el PSC y los Comuns, aunque en el caso catalán y barcelonés hay más otras sumas posibles.
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