El ambiente en la Fiesta Nacional

"Me gusta el Ejército y abuchear a Sánchez. Es un dos por uno"

El desfile del 12 de octubre vuelve a servir para que la derecha más beligerante insulte al Gobierno

Sánchez minimiza su exposición a los pitidos al llegar en el último momento

12-O

12-O / David Castro

Juan Ruiz Sierra

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Pedro Sánchez echó este martes el resto para minimizar su exposición a los pitidos, insultos y abucheos en el desfile militar de la Fiesta Nacional, una ocasión que siempre que el inquilino de la Moncloa milita en el PSOE se convierte en una válvula de escape para mostrar el descontento de una parte de la derecha con el Gobierno. A muy pocos les gusta que le llamen “traidor”, “vendido”, “trilero”, “asesino” y otras palabras que no aparecen aquí porque no aportan gran cosa y son fáciles de imaginar. A Sánchez no. El jefe del Ejecutivo evitó llegar hasta el último momento a la madrileña plaza de Lima, junto al Santiago Bernabéu, y cuando el presentador anunció su presencia por megafonía una oleada de silbidos se extendió por los alrededores. 

Uno de los más activos era Pablo Cuenca. Estudiante de Ciencias Empresariales, 20 años, llevaba insultando al presidente del Gobierno desde una hora y media antes. En una de sus frases más míticas, Mariano Rajoy definió esta convocatoria en 2008, sin saber que estaba siendo grabado, como “el coñazo del desfile”. Pero para Cuenca no lo es. El 12 de octubre, con la exhibición de las Fuerzas Armadas y la oportunidad de dar rienda suelta a su desprecio por el Gobierno, representa para la fusión de dos de sus aficiones. “Me gusta el Ejército y abuchear a Sánchez. Es un dos por uno”, dijo, completamente en serio. Pero entre una cosa y otra, Cuenca optó sobre todo por lo segundo. De lo contrario, no se hubiera colocado lo más cerca posible de la tribuna de autoridades, sino en una zona menos abarrotada, desde donde se podía contemplar con más facilidad el paso de los militares, pero no intuir la presencia del jefe del Ejecutivo. 

Una vuelta con ganas

Después de un año en el que no hubo desfile debido a la pandemia, en el que la convocatoria se redujo a un acto estático en el Palacio Real, había ganas de volver al paseo de la Castellana, donde la presencia de jóvenes era abultada. La celebración coincidió también esta vez con un momento en el que se está poniendo más que nunca en cuestión qué significa esta fiesta, cuya fecha coincide con la de la llegada de Cristóbal Colón a América. Mientras el papa Francisco pide “perdón” por los “pecados” de la Conquista, el PP y Vox dicen que ni un paso atrás. El pasado martes, Pablo Casado argumentó que “la Hispanidad es el acontecimiento más importante de la Historia tras la romanización”, porque España, al descubrir el continente americano, “respetó a los que estaban allí, creó universidades, prosperidad, y construyó ciudades enteras”. Gran parte de los asistentes al desfile, quienes aplaudieron al Rey pero aún más a Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, concuerdan con esta visión. 

Resulta sencillo, y hasta cierto punto tentador, reducir la convocatoria a una ceremonia casi exclusiva de la derecha más agresiva. Tiene bastante de eso, pero también es otras cosas. Es, por ejemplo, una señora llamada Pilar Baena, llegada a Madrid desde Albacete con sus dos hijos, de 8 y 11 años, porque a ambos les “encantan las maquetas militares” y la cita supone una buena ocasión para ver tanques, aviones y uniformes en la realidad. “Está siendo un poco cansado, pero los niños disfrutan”, dijo. 

Y es, también, un profesor de Lengua ya jubilado que vino a hacer justo lo contrario que el sector más beligerante del público: defender al Ejecutivo. Tras uno de los múltiples abucheos a Sánchez, la mayoría cuando este ni siquiera había llegado a la tribuna, el hombre, que no quiso dar su nombre porque estaba aquí como “ciudadano anónimo”, gritó: “¡Viva el presidente del Gobierno, elegido en las urnas!”.

 “Las Fuerzas Armadas son de todos los españoles –explicó más tarde-. Estoy harto de que se pite al Gobierno, y quiero que los que abuchean vean que también existen otras voces. Ellos no son mis enemigos. Yo nunca vendría aquí a pitar a un Gobierno de derechas”. 

Tras el “¡viva el presidente del Gobierno!”, se formó un vacío alrededor del defensor de Sánchez. Pero nadie le increpó, salvo otro hombre de edad avanzada que le dijo “¡viva tu prima, payaso!”. El resto de los congregados se rió con incomodidad, como si todo fuera una broma y hubiese una cámara oculta grabándoles. Después, volvieron a instalarse en el insulto al presidente.