La Contra
Una trama y tres problemas
Los secundarios de la 'operación Kitchen' son personajes genuinos del sainete español
"Siga el dinero", le dijo Garganta Profunda a Bob Woodward. Era la respuesta del confidente a la pregunta del periodista que junto a Carl Berstein investigaba la trama del Watergate. Perdidos en un trabajo ímprobo y a veces imposible, los reporteros de 'The Washington Post' necesitaban más pistas para encontrar a los responsables del espionaje a la sede del Partido Demócrata. Y siguiendo el dinero llegaron hasta Richard Nixon.
Este, que se avanzó a Donald Trump diciendo que la prensa era el enemigo, acabó dimitiendo porque estaba convencido de que lo que hacía un presidente de los Estados Unidos no podía ser ilegal. Y el 8 de agosto de 1974 salía de la Casa Blanca alzando los brazos, saludando por última vez desde la escalerilla del helicóptero camino de su casa californiana que apenas abandonó. Arrepentido, tres años más tarde le dijo al periodista David Frost: "Defraudé al pueblo americano y tengo que llevar esta carga el resto de mi vida". Murió con ella veinte años después.
Aquel proceso se convirtió en referente del periodismo y vergüenza de la política. Demostraba que el papel de los medios de comunicación de actuar como denunciantes del abuso de poder era inherente a la democracia. Pero no suponía que a partir de entonces la obligación del periodista fuera intentar hacer caer a un presidente ni tampoco que se mantuvieran las tentaciones de partidos políticos y gobiernos de remover alcantarillas y declarar guerras sucias. Ni mejorando los métodos. La prueba la tenemos en las diversas tramas de probada y presunta corrupción que convergen en una y que siguen alterando el vuelo de la gaviota popular.
Con la 'operación Kitchen'para hacerse con documentación comprometida para los altos cargos beneficiarios de la 'caja B' del partido. Estos datos obrarían en manos del encarcelado extesorero Luis Bárcenas que aunque está pendiente de juicio sí que fue condenado junto a otros colegas por la trama Gürtel. Un primer capítulo sin el que no puede entenderse el culebrón.
La amenaza de imputación
Y así, de aquellos polvos mostrados en el supuesto glamur de la boda en El Escorial de la hija de José Maria Aznar, a <strong>los lodos que amenazan el encausamiento de María Dolores de Cospedal y Jorge Fernández Díaz.</strong> El magistrado quiere aclarar si la secretaria general del partido y el ministro del Interior estaban al tanto de un trabajo de limpieza de pistas encargado a unos policías cuyas prácticas no serían ni ejemplares ni tan sofisticadas como esperaban. Y todo por el despecho de un exsecretario de Estado que se siente maltratado y que, a través del encarcelado comisario Villarejo, amplía su radio de acción a unos personajes secundarios genuinos del sainete español. Entre ellos el sacerdote Silverio Nieto, quien niega la mayor. Este divino protector llegó a cura a los 51 años tras una intensa vida iniciada como marino mercante. Después, policía y juez.
Al también detective del Vaticano de casos de abusos a menores le tendrían, supuestamente, como el intermediario entre la Providencia y la legalidad para proteger con la bendición de Dios unas acciones que orillaban la ética de los hombres. Otra mala adaptación. Siguieron el dinero y olvidaron el Evangelio.
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