EL TABLERO CATALÁN

Objetivo: taponar a Pere Aragonès

Pere Aragonès y Quim Torra

Pere Aragonès y Quim Torra

Josep Martí Blanch

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Si las relaciones entre los socios del Gobierno catalán estaban deterioradas antes de la repetición de las elecciones generales, el creciente protagonismo de ERC en la negociación con los socialistas para investir a Pedro Sánchez ha agrandado la desconfianza existente. JxCat asume de mala gana su nuevo rol de florero en el tablero de la negociación política, en un momento en el que el 'procés' aterriza de nuevo en la arena de la política tras dos años con los pies fuera del tiesto.

Así las cosas, han empezado a sonar los tambores de crisis en el Ejecutivo de Quim TorraQuim Torra, con el objetivo de vigorizar las áreas de gobierno que están en manos de JxCat. Los cambios, según fuentes del Gabinete interesadas en airear esta posibilidad, servirían para taponar el creciente protagonismo de Pere Aragonès. Un protagonismo derivado del reciente acuerdo de presupuestos capitaneado por él y también por su papel principal como negociador de ERC con los socialistas. Además, aún podría agrandarse más la figura del nuevo líder republicano, que alcanzaría su cénit en el momento en el que sus galones de vicepresidente le sirviesen para asumir las funciones de 'president' en cuanto el Tribunal Supremo confirmase la inhabilitación de Torra dictada por el TSJC y pendiente de recurso.

Las especulaciones son múltiples, como corresponde a un entorno alterado. Una de las hipótesis barajadas es el regreso al Govern de Laura Borràs, que ya verbalizó en su día entre sus acólitos que no quería seguir en el Congreso si finalmente JxCat no conseguía un grupo propio en el hemiciclo. A pesar de que se cuentan con los dedos de dos manos los compañeros de filas que no la dan políticamente por acabada tras el visto bueno del Supremo a investigarla por prevaricación y malversación, avalaría la teoría de su vuelta la franca relación de afecto que Borràs siente por Torra, siendo ella una de las pocas voces de JxCat que considera realmente al actual 'president' un activo político.

¿Budó por Buch?

La hipotética remodelación podría suponer también que Meritxell Budó abandonase Presidència para desplazarse a Interior, con lo cual Torra podría justificar la salida del Govern de Miquel Buch. El 'conseller' de Interior es la espina que tiene clavada desde que intentara deshacerse de él por todos los medios sin conseguirlo. Como nada ha cambiado desde aquel frustrado intento, cualquier alteración en el Consell Executiu que quiera impulsar Torra no depende en última instancia de su voluntad, con lo que de nada sirve fijar solo la atención en el Palau de la Generalitat para determinar qué se está cociendo realmente.

Todo ello a pesar del chute de adrenalina que se vive en JxCat ante las posibilidades que les brinda la nueva situación de Carles Puigdemont con el acta de eurodiputado en el bolsilloCarles Puigdemont. Un acta que, de momento, no es suficiente para evitar la sensación de inutilidad en el tablero político actual, con el valor de uso monopolizado por ERC. La necesidad de articularse como partido político convencional empieza a ser acuciante en el frente interno, pero en Bélgica hay otras prioridades que atender y el apremio es menor.

Desde la cárcel, Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn se dirigieron a Puigdemont explicando las virtudes de un JxCat capitaneado por Damià Calvet y Buch. Desde la misma Lledoners, Jordi Sànchez, en nombre de la Crida, también interpeló a Waterloo para explicar que ese sería un camino equivocado, porque supondría que el nuevo partido no sería más que un PDECat con el nombre cambiado y que, en consecuencia, las caras debían ser otras y provenientes de otra cantera. De momento no hay partido, no hay estrategia y tampoco más proyecto que el de la mera supervivencia anclada en el después de un día llega otro.

El convoy del realismo

Mientras tanto, ERC cierra los flecos del acuerdo con el PSOE para investir a la carrera a Sánchez tras superar su sábado congresual con un aprobado casi a la búlgara de su nueva hoja de ruta política. Las agendas de socialistas y republicanos marcan hasta el 30 de diciembre como días hábiles para la negociación. Los maquinistas de ERC ya están llegando con el convoy del realismo a la estación de destino y cuentan con sacar ventaja de haber viajado en el tren del proceso con dos billetes y en dos vagones a la vez: el de independentistas y el de izquierdistas.

Aunque el trayecto soberanista se habrá quedado corto de momento, los líderes de ERC confían en que esto no frustre en demasía a sus votantes y que acaben valorando que serán ellos los que harán posibles acuerdos sectoriales o el derribo de bastiones ideológicos, como la reforma laboral o la 'ley mordaza'. A diferencia de sus adversarios, han consolidado ya una dirección, un proyecto y una estrategia.