DISCURSO DE FIN DE AÑO

Torra pide recobrar la unidad soberanista antes del juicio

Discurso de fin de año de Quim Torra

Discurso de fin de año de Quim Torra / Jordi Bedmar

Daniel G. Sastre

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El juicio a los impulsores del referéndum del 1 de octubre y la declaración de independencia va a marcar irremediablemente el año político que empieza. El soberanismo ha puesto en ese proceso sus esperanzas de superar la desorientación en la que está sumido desde hace un año. Lo primero, según la visión de una parte del movimiento, es recuperar la unidad estratégica, y este domingo Quim Torra dedicó parte de su discurso de fin de año a ese objetivo.

Las desavenencias entre los maximalistas y los realistas estuvieron presentes en el discurso de fin de año del presidente de la Generalitat.  Sin entrar en el detalle de quién debería cambiar de opinión –los que apuestan por incrementar inmediatamente la tensión o los que creen que primero hay que ampliar la base del movimiento–, el presidente de la Generalitat exhortó a los independentistas a encarar desde la coordinación táctica «un año que será decisivo para todos».

El Tribunal Supremo juzgará a partir de las próximas semanas a 12 de los principales líderes del ‘procés’, y el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya lo hará con otros seis. La petición de penas de la fiscalía por los presuntos delitos de rebelión, sedición, malversación y desobediencia es abultada: en el caso de Oriol Junqueras llega hasta los 25 años. Ante este escenario, Torra utilizó la alocución emitida por TV-3 para lanzar un mensaje a los independentistas: «Nos tenemos que exigir ser más fuertes en la unidad».

En la misma línea, el ‘president’ animó a los soberanistas a «dejar atrás las desconfianzas y las diferencias» que les puedan «separar», para que «la generosidad vuelva a ser el vehículo de la expresión colectiva».

En realidad, el presidente de la Generalitat intentó incorporar a esa llamada a filas también a una parte de los catalanes no independentistas. Repitiendo un discurso en el que lleva insistiendo desde hace meses, Torra vinculó las reivindicaciones soberanistas con las de los que defienden «los derechos civiles, sociales y políticos de todos». Y también con las de quienes están de acuerdo en «aislar y denunciar a la extrema derecha y el fascismo como hacen todas las democracias europeas», después de la irrupción de Vox en el Parlamento andaluz.

Todavía explicitó más su voluntad de amalgamar las demandas de diferentes sectores sociales cuando aseguró que «la lucha por los derechos civiles va ligada a la lucha por los derechos sociales de todos», y que «la defensa de los derechos humanos personales es inseparable de la defensa del derecho a la autodeterminación de los pueblos».

El altavoz del Supremo

Según él, el juicio a los líderes del ‘procés’ encarcelados –el ‘expresident’ Carles Puigdemont y otros miembros de su Govern eligieron la vía del exilio– debe ser «el altavoz más potente de unas personas que, en algunos casos, hace más de un año que viven encarcelados preventivamente y, en otros, viven bajo la amenaza constante de una represión inaceptable». En opinión del presidente de laGeneralitat, un 80% de catalanes tiene claro que «son inocentes», porque lo único que hicieron fue «cumplir con lo que les pedía» la sociedad catalana.

Con la misma intención de provocar una catarsis en el independentismo, Torra llenó su discurso de contenido épico, aunque hubo pocas concreciones. Pronunció varias frases medidas, que buscaban levantar la moral de los suyos sin forzarle a adquirir ningún compromiso específico, como cuando dijo que «el año que empieza debe servir para realizar el mandato democrático de libertad, para revolverse ante la injusticia y para hacer caer los muros de la opresión».

Tono épico

El mismo tono empleó en la despedida de su intervención, pronunciada desde el salón de la Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat. «Los catalanes seremos lo que queramos ser», aseguró el ‘president’. «Pero el futuro lo tenemos que construir desde hoy. Estemos preparados para el año de la libertad, que ya se acerca», añadió.

En un discurso claramente destinado al consumo doméstico, hubo pocos mensajes al Gobierno español. Y fueron más bien ambiguos: Torra prometió que no dejará de insistir en «el diálogo y la negociación», pero también en «la necesaria mediación internacional» que rechaza el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Y, mientras pedía al Estado que «tenga voluntad para encarar un diálogo creíble, sincero y valiente para una solución democrática y política», abría otro frente con las leyes sociales anuladas durante la pasada legislatura. «Anuncio que en el primer Consell Executiu del año se pondrá en marcha la tramitación legislativa que habrá de dar efectividad a las leyes sociales suspendidas por el Tribunal Constitucional», dijo.

Ante el comienzo de un año «decisivo para todos» desde el punto de vista nacional, Torra dedicó poco tiempo a cuestiones del día a día. Sí se felicitó de que Catalunya lleve 20 trimestres continuados de crecimiento del PIB, o de que haga más de 60 meses que el paro baja en términos interanuales. Y también aludió brevemente a la necesidad de «construir un país mejor, que no excluya a nadie, que haga del derecho a la vivienda, a la educación y al trabajo», entre otros, «la razón de ser de cada decisión política».