COMPARECENCIA EN EL CONGRESO

Sánchez sube el tono contra Torra y sienta las bases de su futura campaña

Juan Ruiz Sierra / Iolanda Mármol

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La comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso sobre la crisis territorial en Catalunya y el 'brexit', la primera gran cita parlamentaria desde el terremoto político que supusieron las recientes elecciones andaluzas, coincidió este miércoles con uno de los momentos más convulsos de la relación entre el Gobierno socialista y la Generalitat. El Ejecutivo llevaba más de una semana preparando la intervención del presidente, que dedicó el día anterior a terminar de perfilarla. El mensaje hacia el Govern fue claro. "Si se rompe la legalidad, la respuesta será contundente", dijo el jefe del Ejecutivo, a raíz de la defensa del 'president', Quim Torra, de la "vía eslovena" para conseguir la independencia y la inacción de los Mossos d'Esquadra ante los cortes de carretera por parte de los Comités de Defensa de la República (CDR).

Tras el envío de cartas a la Generalitat en las que el Ejecutivo avisaba de que tomaría medidas si no se garantizaba la "seguridad pública", Sánchez optó por dejar en un segundo plano su receta de un nuevo Estatut que avance en el "autogobierno". Solo la citó de pasada durante un discurso huérfano de medidas novedosas, pero que sirvió para dejar claro los ejes de su futura campaña para las elecciones generales, ya sean en primavera, en mayo (coincidiendo con las autonómicas, municipales y europeas), en otoño o incluso en el 2020.

Firmeza ante cualquier tentación por parte del Govern de volver a la vía unilateral, descartando en principio la reedición del artículo 155 de la Constitución pero dejando claro que no le temblará el pulso llegado el caso, en un momento en el que los socialistas ven peligrar sus expectativas de voto debido al apoyo de ERC y el PDECat a la moción de censura. Insistencia en ligar al PP y Cs con la "ultraderecha" de Vox. Apelaciones a la necesidad de "moderación" para intentar ocupar el centro político frente a Pablo Casado y Albert Rivera. Y dejar de lado, casi como si no existiera, a Unidos Podemos.

"Desesperación" y "mentiras"

Nada más comenzar su intervención, en la que subrayó las coincidencias entre el 'brexit' y el independentismo catalán (ambos "socavan proyectos comunes"), Sánchez lanzó una triple advertencia a Torra. "La primera, en relación con los Mossos d'Esquadra, el Gobierno no aceptará dejación de funciones por parte de quien tiene encomendada la seguridad pública en Catalunya (…) –dijo el presidente-. En segundo lugar: pese a las amenazas de algunos elementos radicales del independentismo, el Gobierno va a celebrar el Consejo de Ministros en Barcelona el 21 de diciembre (…). Y tercero: reivindicar la vía eslovena denota un desconocimiento de la historia, una manipulación inaceptable y la desesperación de quien ya no tiene ningún argumento más que la mentira para sostener sus posiciones políticas".

Hay un claro componente de hartazgo en el Ejecutivo hacia la actitud de la Generalitat, que un día señala que un Consejo de Ministros es una "provocación" y después dice que no, que pasa de abrazar un precedente balcánico que causó 60 muertos a separarse de él. "Son como niños. Basta ya de pataletas", explica un ministro.

En principio, la reunión del Gobierno el 21 de diciembre en Barcelona iba a servir para aprobar medidas de calado en el plano territorial. Pero ahora no está tan claro. "No sería bien visto", argumenta otro ministro. Lo cual no significa que no se vaya a activar ninguna iniciativa de este tipo, porque Sánchez, como Torra, también es un dirigente cambiante: ha pasado de anunciar que no presentará los Presupuestos si no tiene el apoyo del Congreso a decir que sí lo hará.

El factor Vox

En cualquier caso, su discurso no convenció a casi nadie. Para unos, fue demasiado blando. Para otros, demasiado duro. ERC y el PDECat afearon a Sánchez el tono de su discurso, pero mantuvieron la mano tendida, algo que el presidente valoró, evitando entrar en el cuerpo a cuerpo con republicanos y exconvergentes.

La parte más tensa del debate vino de la mano del PP y Cs, con Casado y Rivera reclamando el 155 y denunciando la supuesta tibieza del presidente. A uno y otro, Sánchez les dijo que no pensaba "echar gasolina al fuego". Porque según el líder socialista, no hay diferencias entre los conservadores, los naranjas y Vox. "Rivera, Casado y Abascal [Santiago, líder del partido de extrema derecha] tienen un ventrílocuo, el señor [José María] Aznar –señaló el presidente-. Dicen lo mismo, con distintas tonalidades, pero lo mismo".