INVESTIGACIÓN
Interior pidió contra reloj barcos para alojar a los policías del 1-O
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y Reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Juan José Fernández
Durante siete días, con orden de máximo sigilo, un equipo técnico de Interior buscó un gran alojamiento para los refuerzos policiales que estaba enviando a Catalunya y el armamento y coches que traían consigo. Veinte personas estaban en el secreto. Y les ayudó una consignataria de Trasmediterránea.
"Un dispositivo de antidisturbios no debe tener a sus agentes dispersos en hoteles; debe estar acuartelado y unido", explica un mando del despliegue catalán, la ‘operación Copérnico’. Solo en Euskadi tiene el Gobierno alojamientos policiales amplios en cada provincia. Interior optó por contratar ferries con camarotes. La idea ya se había usado en otras ciudades del mundo por organizadores de congresos.
"Los barcos permitían concentrar a gran número de efectivos en un lugar seguro, en el que era más difícil que los molestaran, y difícilmente bloqueable en caso de huelga -explica el entonces secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto-. Además tenía que poder tener aparcados a sus puertas cientos de vehículos".
Búsqueda de barcos
Las gestiones se iniciaron el 12 de septiembre de 2017. Pese a las abruptas sesiones en el Parlament del 6 y 7, los asesores de Interior habían decidido esperar aún a testar el clima de la Diada.
Nadie en las direcciones de Policía y Guardia Civil conocía el negocio marítimo, por lo que preguntaron a las navieras españolas. La primera respuesta que recibieron es que en septiembre la temporada de cruceros no ha acabado. La compañía canaria Fred Olsen se descartó porque solo tiene ferris rápidos sin camarotes. Otra naviera canaria, Armas, no confirma ni desmiente que los sondeara Interior, pero sí dice un portavoz: "No tenemos barcos en crucero. Todos están asignados a líneas en funcionamiento". Esa misma situación se encontraron en Baleària y Trasmediterránea.
Ejecutivos de esta última aconsejaron a Interior buscar en Italia, país líder en cruceros. Y lo hizo la Agencia Marítima Transhispánica, pequeña consignataria de Trasmediterránea, integrada a su vez en el grupo Acciona y hoy propiedad de Naviera Armas. Sus directivos recibieron la consigna de silencio total.
El 15 de septiembre, la agencia había encontrado los barcos Azzurra y Rhapsody, que Grandi Navi Veloci (GNV) usaba como refuerzos de verano para unir Génova y Livorno con Cerdeña y Sicilia, y que podían albergar respectivamente a 2.180 y 2.480 inquilinos y 500 vehículos. También medió con la naviera Moby para alquilar el Moby Dada, el buque ‘Piolín’, decorado con dibujos de la Warner Bros, que navegaba entre Italia y Malta, y que iba a ser retirado de circulación. En él cabían 1.638 agentes.
El 19 de septiembre, mientras el dispositivo Copérnico preparaba los 41 registros judiciales del día siguiente, llegaron los barcos a Barcelona y Tarragona. Nadie en los puertos sabía aquella tarde a qué venían.
El puerto gerundense de Palamós se descartó casi desde el principio porque no depende del Estado. "El choque administrativo que íbamos a tener con la Generalitat y el poco tiempo disponible resultaron disuasorios", explica Nieto.
Comida, ropa sucia y armas
Ni GNV ni Moby han querido comentar a EL PERIÓDICO su relación con Interior, que se hizo tensa por la mala calidad del servicio a sus huéspedes.
Alojar a los policías en barcos supuso tres problemas logísticos: la provisión de comida, agua y energía a los buques, la lavandería y la gestión de la basura. Para esta última, GNV alquiló un contenedor marítimo. El alimento, su calidad y precio, originó un problema inicial por las quejas de los policías alojados. Los primeros días, numerosos agentes se surtían en un Mercadona cerca del puerto de Barcelona.
Pero los barcos sí supusieron una solución para la Dirección de Servicios del Ministerio del Interior: sus cubiertas de párking se convirtieron en el lugar más seguro para montar armeros, que durante 56 días tuvieron vigilancia reforzada. Guardar las armas reglamentarias y el material antidisturbios de miles de policías era clave. "En los hoteles se producía una peligrosa dispersión de armas por las habitaciones que no nos gustaba nada", relata la fuente policial.
De los 87,1 millones de euros que costó al Estado el dispositivo policial en Catalunya, 27,9 se gastaron en los barcos; 498.214 euros al día.
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