ENTREVISTA CON LA NUEVA DELEGADA DEL GOBIERNO EN CATALUNYA

Teresa Cunillera: "En el lugar de Millo, yo hubiera dimitido antes del 1-O"

Roger Pascual

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Teresa Cunillera aterrizó hace dos semanas en la delegación del Gobierno en Catalunya. A sus 67 años la histórica diputada leridana del PSC, jefa de campaña de Pedro Sánchez en sus primeras primarias socialistas, aparcó la jubilación cuando el nuevo presidente español le pidió que sucediera a Enric Millo; reto que afronta con determinación de marcar distancias con la anterior etapa.

¿Cómo valora el traslado de los presos a Catalunya Es una buena noticia y un ejemplo de la normalidad que tiene que presidir nuestras relaciones con las administraciones: se termina un periodo de instrucción, el Gobierno toma la decisión, los presos vienen con toda la normalidad y se hace cargo de ellos la Generalitat, que es la administración que tiene las competencias. 

¿Tiene previsto visitarles? No tengo previsto ir a verles. En este momento, los presos supongo que están aprovechando que están cerca de sus familias, de sus defensas y creo que esto merece consideración y respeto.

¿Entiende que sigan en prisión preventiva? No lo tengo que entender yo, sino un juez. Lo que me piden y pienso cumplir es respeto escrupuloso de la separación de poderes. Seré muy cuidadosa y si algún día no lo soy y se me va la pinza pediré disculpas. Yo individualmente puedo tener una opinión, pero como delegada del Gobierno no tengo.

Miquel Iceta defendía en campaña eventuales indultos. ¿Está de acuerdo? Para que haya indulto tiene que haber una sentencia y se tiene que pedir. Cuando llegue el momento tomaremos la posición. 

¿Qué gestos debería hacer Pedro Sánchez? Es evidente que estamos alejados en las posiciones de partida de cara a establecer un diálogo franco y abierto y ser conscientes de sus dificultades. Venimos de mucho dolor. Han pasado cosas que no tendrían que haber pasado en la vida. Y eso crea condicionantes. Incluso en la discrepancia más absoluta, no hay otro remedio que hablar y escuchar. Cuando me dicen 'de eso no se tiene que hablar' yo digo sí, porque hasta para decir que 'no' hay que escuchar al otro.

¿Es partidaria, por ejemplo, de derogar el decreto que facilita el traslado de sedes de empresas? Las empresas no se van por el decreto, si no por otras circunstancias. Si queremos que vuelvan es más importante ir al fondo de la cuestión que a la forma del decreto, que si se tiene que abordar se aborda, ¿eh?.

¿En qué espacios cree que hay más margen de entendimiento? Estamos ante una oportunidad. Sánchez ha sido muy claro al decir que nos sentaremos los dos gobiernos y con la perspectiva del tiempo que haga falta. No quiero despertar expectativas ni que haya ámbitos que parezca que no nos interesan. Es buena noticia que se quiera hablar en las comisiones bilaterales porque quiere decir que avanzaremos.

¿Qué espera de la reunión del lunes? Mi expectativa de éxito es que se celebre. Hace un mes no hubiéramos pensado que fuera posible. Solo esto ya es un cambio tan sustancial... Si con esto ya estaba contenta ahora más porque ya ha dicho el 'president' Torra que quiere otra en septiembre. Ya tenemos una perspectiva de conversaciones. 

¿Confía más en el trabajo en los siguientes encuentros o en citas no publicitadas entre ambos gobiernos? Evidentemente. Hay una tarea importantísima de restauración de confianza mutua, con mucho esfuerzo, transparencia y claridad. He hablado con mucha gente. No intento convencer de mi ideología ni quiero que ellos lo hagan con la suya sino intentarles convencer que tenemos que convivir y buscar puntos en común. Habíamos sido un país donde se podía convivir desde ámbitos muy distintos. ¿O no había catalanes franquistas? Ahora resulta que todos somos de otra cosa. Construyamos una sociedad donde sea posible pensar diferente desde el respeto y tolerancia. La representación de este esfuerzo son estas reuniones. El ciudadano está cansado de la confrontación estéril. Tras la moción de censura hay una expectativa que no podemos defraudar.

¿Usted es más de coser las heridas, como pedía Miquel Iceta, o de desinfectarlas primero, como decía Josep Borrell? Las dos cosas no son contradictorias. Cuando cierras la herida la tienes que limpiar, como Borrell ha contado. Nos hemos separado tanto que hemos roto espacios de convivencia. Yo creo que los podemos rehacer. La gente está contenta de que seamos capaces de restablecer la relación política de respeto. Y la personal igual. ¿Por qué me tengo que pelear con alguien que piensa distinto de mí? Tenemos que ser capaces de construir una amistad desde la discrepancia. 

Será la voz de Sánchez en Catalunya. ¿Qué le ha pedido el presidente español? Él, yo y su Gobierno tenemos la complicidad y ganas de que salga bien, de que nos arreglemos. Si queremos entendernos, nos entenderemos. Si queremos torpedear, no. Por mi parte, habrá voluntad de entendimiento.

De momento ya ha pedido reunirse con Quim Torra y Roger Torrent. ¿Qué diferencias quiere marcar con su predecesor, Enric Millo? No la marco Millo ni yo, la marcan los Gobiernos que representamos. Él, de la mejor manera que ha podido y sabido, representaba a un Gobierno instalado en la confrontación, instalado tras los jueces. El mío es un Gobierno distinto, que quiere restablecer relaciones, puntos de encuentro que representa clarísimamente la reunión del lunes. 

¿Si hubiera sido la delegada del Gobierno el 1-O hubiera intentado detener la violencia policial? En el lugar de Millo, yo hubiera dimitido antes del 1-O, porque no hubiera podido representar nunca a un Gobierno instalado en la confrontación. Es una hipótesis que no puedo ni contemplar. Pero el 1-O es consecuencia de cosas que pasaron antes. El 6 y 7 de septiembre un Parlament y un Govern se situaron claramente fuera de la Constitución y del Estatut. Nunca tuvo que producirse lo que se produjo el 1-O. El Gobierno que represento nunca hubiera llegado a esa situación. El 1-O, sus antecedentes y consecuencias, es fruto del abandono de la política. Ahora hay una manera distinta de hacer política que encarrila la relación en una vía que solo puede acabar en acuerdo.