Mas & Romeva & Junqueras
Sin corbata, ¿es casual?
Los 62 diputados de Junts pel Sí se estrenaron el jueves en el Parlament con un cadáver político inesperado: las corbatas. ¿Estamos ante el nuevo 'dress code' parlamentario?
Aqué se parece más el procés? ¿A una rueda de hámster que gira y gira hacia ninguna parteo a una turbina galáctica del cohete del doctor Zarkov? Pues al menos desde la escalinata que lleva al hemiciclo del Parlament, parece que más a lo segundo que a lo primero. Ni tres años separan la foto de la izquierda (primer día de clase del grupo parlamentario de CiU en diciembre del 2012) de la de la derecha (debut, este jueves, de los nuevos diputados de Junts pel Sí).
Y las imágenes, vistas como el juego de las diferencias, emiten fogonazos de algunas de las grandes sacudidas que han marcado la política catalana. Ahí están, diciendo lluís junto a sus compañeros de CDC,la veintena de diputados de ERC, la decena de independientes y un visible mayor porcentaje de mujeres. Pero ahí están también las (sonoras) ausencias. La de Oriol Pujol -el heredero, que tardó 16 meses en dejar sus cargos tras ser imputado- y la de Ramon Espadaler, que aquel lejano día del 2012 sonreía sin sospechar que, 34 meses más tarde, su partido se habría divorciado de CDC y no tendría ni un solo diputado. En este inventario de cadáveres políticos, sin embargo, cabe mencionar una víctima inesperada: sí, ha llegado el momento de hablar del extraño caso de las corbatas.
¿Qué ha pasado con ellas? ¿Qué dice su ausencia del escenario post 27-S?, se preguntan los semiólogos del ramo, que andan buscando signos que ayuden a leer los nuevos tiempos en la sudadera de Raül Romeva, el look de pescador atunero de Lluís Llach y la nueva imagen de Artur Mas, que parece haber aparcado su colección de corbatas junto a la de metáforas marineras.
Solo Antoni Castellà, Jordi Cuminal y Germà Gordó lucen al cuello ese vestigio del ropero masculino (traje de dos piezas, camisa y corbatín) que salió de la revolución francesa y que ha marcado el código de poder del orden burgués. ¿Es, pues, el nuevo dress code casual un parpadeo coquetón a la CUP, mientras el pressing por investir a Mas sigue por tierra, mar y Twitter, como decía esta semana Antonio Baños? ¿La nueva política de Palau pasa por vestir como la gent normal? ¿Y cómo lleva la gent normal que a Carme Forcadell
y Muriel Casals, números dos y tres de la candidatura, parece que se las lleva un platillo volante cada vez que, como el domingo, hay que explicarse ante los medios o, como el jueves, hay que presidir el grupo parlamentario? Las respuestas, en próximos capítulos.
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