Transporte marítimo

Operación 'Guardián de la Prosperidad' (pero no de las personas)

Los promotores, con EEUU a la cabeza, despejan cualquier duda que pudiera haber sobre las verdaderas prioridades de la agenda internacional: el comercio importa más que las personas.

Archivo - Mar Negro

Archivo - Mar Negro / Europa Press/Contacto/Yulii Zozulia - Archivo

Jesús A. Núñez Villaverde

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Ante la creciente amenaza que suponen los huzís yemenís contra el tráfico marítimo en el mar Rojo, Estados Unidos ha decidido poner en marcha la operación 'Guardián de la Prosperidad'. Y lo primero que llama la atención ante esta decisión, que implica a otros nueve países, entre ellos España, es tanto su nombre como la rapidez para tomarla. No deja de ser chocante que los países participantes tengan tan clara la urgente necesidad de salvaguardar el comercio y la prosperidad económica, y no tengan la misma voluntad política para hacer lo propio ante tantas pérdidas de vidas humanas y tanta destrucción como la que están sufriendo los gazatís. Aun así, hay que agradecer a sus promotores que despejen cualquier duda que pudiera haber sobre las verdaderas prioridades de la agenda internacional, poniendo de manifiesto que el comercio importa más que las personas.

Es cierto que lo que hacen los huzís es problemático y puede afectar a la economía planetaria. Desde el pasado 9 de diciembre se ha registrado una decena de ataques contra buques en tránsito por una vía que representa en torno al 12% del tráfico marítimo mundial. Y eso se traduce de inmediato en mayores costes para cubrir los seguros ante cualquier problema, aumentos de precios en mercancías (incluyendo obviamente petróleo y gas) y previsibles retrasos en las entregas. De hecho, ya cuatro de las cinco mayores empresas mundiales de transporte naval de contenedores- Maersk, CMA CGM, Hapang-Lloyd y MSC-, junto a la petrolera británica British Petroleum, han decidido evitar el tránsito de sus buques por el mar Rojo. Además, con sus drones y misiles de fabricación iraní y china los huzís, que tratan de presentarse como sobrevenidos defensores de la población palestina, como si sus acciones fueran a frenar el castigo israelí en Gaza, pueden alcanzar incluso territorio israelí.

Para tratar de disuadir a los huzís (y a Irán) de que sigan por esa vía, Washington se ha apresurado no solamente a redesplegar el grupo de combate naval que mantenía en el Golfo Pérsico hasta el golfo de Adén, sino que ha implicado a Bahréin, Canadá, España, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Seychelles en el intento de neutralizar el peligro que representa una milicia que, por su parte, lo que busca es forzar a Arabia Saudí (y a EEUU) a que acepten sus condiciones en el marco del conflicto interno que se viene desarrollando en Yemen desde 2014, al tiempo que se alinea con Irán en su intento de crearle problemas a Israel y a sus socios occidentales sin necesidad de atacarlos directamente por temor a una represalia insoportable.

En todo caso, nada asegura que este nuevo instrumento militar vaya a servir para convencer de inmediato a las navieras para que regresen a estas aguas y, mucho menos, para que los huzís depongan su actitud. De momento, ni siquiera se conoce cuántos barcos serán efectivamente desplegados ni durante cuánto tiempo se mantendrá la operación. Por lo que respecta a España, también sorprende la torpe manera de dar a conocer su participación, sosteniendo que no lo hará de modo unilateral, sino en el marco de una instancia multinacional (OTAN o UE). Si se tiene en cuenta que la Alianza ya ha mostrado su negativa a participar como organización y que la Unión no tiene hoy ninguna misión activa en la zona, quedaría por ver si los Veintisiete están dispuestos a modificar el mandato de la operación Atalanta, dedicada a la lucha contra la piratería en el Índico. Todo sea por la prosperidad.

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