La reacción a la amnistía

Sinuoso golpismo

Con la reacción ante la amnistía se ha puesto en marcha un golpe de estado silente contra la lógica democrática y contra la posibilidad de que el conflicto catalán salga de las vías represivas y entre en las políticas. Es una versión 2.0 de un julio de 1936

La ira de la derecha contra la amnistía se ha desbordado en la noche de este lunes en la calle Ferraz de Madrid. Los antidisturbios de la Policía Nacional han terminado disolviendo con porras, humo y gas picante una concentración que cercaba a la sede federal del PSOE.

La ira de la derecha contra la amnistía se ha desbordado en la noche de este lunes en la calle Ferraz de Madrid. Los antidisturbios de la Policía Nacional han terminado disolviendo con porras, humo y gas picante una concentración que cercaba a la sede federal del PSOE. / José Luis Roca

Pilar Rahola

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El golpismo se ha puesto en marcha. Un golpismo de cloaca que ha sacado todos sus peones en escena para frenar el acuerdo político de la amnistía. A las manifestaciones y vandalismo en las puertas de Ferraz, previamente alimentado por los micrófonos habituales, se ha sumado la escandalosa declaración del Consejo General del Poder Judicial en contra de la amnistía. Un órgano dividido, caducado desde hace cinco años, que ya no disimula su voluntad de presionar el ámbito político declarando en contra de una ley que ni siquiera existe. Como ha dicho el magistrado Álvaro Cuesta -que se ha negado a acudir a la reunión por no contribuir a la "indignidad y al desprestigio"-, se ha tratado de una reunión "manifiestamente ilegal", con unos magistrados sublevados contra las iniciativas del parlamento legítimamente escogido por las urnas.

Este ha sido el primer disparo, pero, como todo lo que está perfectamente organizado, no podía quedar en una simple salva, y el resto se han disparado en procesión. Por un lado, han salido a pasear las sotanas del bajo palio, con el ínclito Rouco Varela dirigiendo el rosario: desde el obispo de Huelva, hablando de inmoralidad del nacionalismo, hasta el obispo de Orihuela-Alicante, el famoso Munilla que acusó al feminismo de llevar al demonio dentro, y ahora tiene a las santas narices de alertar de que la amnistía “pone en juego los valores morales”. Todo sumado a la propia Conferencia Episcopal que ya se ha pronunciado en contra de la amnistía. Y por el camino, como quien no quiere la cosa, ha aparecido una carta en los cuarteles militares pidiendo un golpe de Estado para "salvar" a España.

Pero no hay una buena revuelta si no va acompañada del 'Sant Cristo gros', y este ha salido de la mano del juez Manuel García Castellón, que el mismo día (¡qué casualidades!) ha decidido imputar por terrorismo al president Puigdemont y a Marta Rovira por el Tsunami Democràtic. No contento con el disparate de mantener unas acusaciones que no se aguantan por ninguna parte -la misma fiscalía está en contra- y de convertir una protesta ciudadana en un acto de terrorismo, ha ido más allá y ha pedido investigar la muerte de un pasajero por un ataque al corazón, con la pretendida intención de adjudicarla al propio Tsunami. Es decir, el propio juez que se negó a instruir una causa contra Pinochet o investigar la operación Cataluña o, como ha recordado el diputado Óscar Puente, no encontró razones para relacionar a Dolores de Cospedal y Rajoy con el caso Kitchen, ahora encuentra surrealistas vías para enlazar el Tsunami con Puigdemont e incluso con el hecho doloso de un muerto. Y todo ello con un sentido muy claro: Tsunami queda dentro de la amnistía, pero si hay sangre... ¡pam!, García Castellón quiere encontrarla. Es el mismo hombre que dijo, sin pudor, que "la amnistía no está prohibida en la Constitución, pero en la Constitución tampoco pone que esté prohibida la esclavitud" y, fiel a la llamada de Aznar ("el que pueda hacer que haga, el que pueda aportar que aporte") parece que ha asumido la misión.

En este punto, es obligado considerar que todo esto no es espontáneo, sino un plan diseñado por los 'masterminds' del Deep State, siguiendo la estela que dejó el rey Felipe en su discurso del 3 de octubre. Se ha puesto en marcha un golpe de Estado silente contra la lógica democrática y contra la posibilidad de que el conflicto catalán salga de las vías represivas y entre en las políticas. Es una versión 2.0 de un julio de 1936.

Así las cosas, que el 'lawfare' entre en la amnistía ya no es una petición, sino una urgencia y no solo por el independentismo, sino también por el PSOE. Queda claro que cualquier resquicio que deje la ley y que no contemple el uso descomunal que se ha hecho de la justicia para la persecución política servirá para tumbar el espíritu que la ha impulsado. El propio PSOE ha considerado que lo de García Castellón es 'lawfare' de manual. Un 'lawfare' en forma de misil para destruir el independentismo, pero también para destruir a Sánchez y la coalición que quiere crear. Es una operación de sitio involucionista que parece muy bien organizada y se está desplegando con igual precisión. Creer que esto se queda aquí es no tener memoria histórica, ni instinto de supervivencia. En cualquier caso, con la situación en esta tesitura, Junts no puede aprobar una amnistía sin 'lawfare' y el PSOE no puede exigirla sin 'lawfare'. Pero es que, además, también lo necesita, porque si Puigdemont es la diana, Sánchez es el objetivo.