Limón & vinagre

Colum McCann, la forma de encajar la confusión del mundo

En 'Apeirógono', el escritor irlandés remite a la historia de dos padres –un judío y un palestino– cuyas hijas han sido asesinadas a manos del enemigo

McCann: "En el conflicto palestino-israelí haría falta que se levantara una Greta Thunberg"

Los túneles y la luz

Colum McCann.

Colum McCann. / Ferran Nadeu

Josep Maria Fonalleras

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El padre de Colum McCann fue editor jefe del 'Dublin Evening Press'. Él mismo recuerda haberle acompañado a la redacción y describe cómo le veía trabajar. Tampoco se olvida del consejo que recibió: "Nunca seas periodista". No hizo caso. Cuando tenía 11 años, McCann cogió su bicicleta y recorrió las calles de Dun Laogahire, cerca de Dublín, para ir a ver partidos de fútbol. No jugaba, pero escribía crónicas que después publicaba en la sección local del 'Irish Press'. Más tarde, cuando cumplió 18, en 1983, fue nombrado Mejor Joven Periodista irlandés del año.

Aparcó el periodismo, pero no la bicicleta. En 1986 decidió emigrar a Estados Unidos (desde entonces todavía vive en Nueva York). Trabajó en un campo de golf e hizo de taxista y después, durante dos años, pedaleó a lo largo de 12.000 kilómetros a través del país, para "ensanchar los pulmones emocionales". Convivió con los miembros de una tribu india en Nuevo México y formó parte de una comunidad amish y también excavó zanjas para luchar contra los incendios en Idaho. Mientras estudiaba, en Texas, ejerció de educador social entre jóvenes delincuentes.

Quizá le viene de aquí (seguro) la necesidad de escuchar voces, de recibir informaciones de todas partes, de penetrar hasta el fondo de la realidad para escribir sus historias, una mezcla ingente de noticias y anécdotas, de lecturas y comentarios, de azares y símbolos, de realidad y ficción. Un caleidoscopio que es a la vez una forma plausible de entender el mundo diverso y también un recurso formal para hacer frente al caos. McCann ha repetido más de una vez la frase de Samuel Beckett: "Cada novela intenta encontrar una forma de encajar la confusión del mundo". 

Cuando preparaba 'A este lado de la luz' (RBA), un relato que combina la época de construcción de los túneles de Nueva York con el presente de los desarraigados que malviven allí, McCann bajó tres o cuatro veces a la oscuridad del subterráneo para vivir de cerca esa miseria. Y también fue profesor de inglés en Rusia, en la búsqueda de material para su evocación de Rudolf Nureyev. Y viajó dos meses a Europa para escribir sobre los refugiados gitanos.

Israel y Palestina

Cuando tuvo la idea de su novela más conocida, más traducida y, estos días, más comentada, reconoce que sabía poco de ornitología y casi nada del conflicto en Oriente Próximo. Digo ornitología porque los pájaros tienen un papel preponderante en 'Apeirógono' (Seix Barral), y hablo de Israel y de Palestina porque este fascinante caleidoscopio (exacto, es la palabra) nos remite a la historia de dos padres (uno, judío, Rami Elhanan; el otro, palestino, Bassam Aramin) que han perdido a sus hijas, asesinadas a manos del enemigo. Ambos pertenecen al Parents Circle Family Forum, una organización que aboga por la empatía y el mutuo conocimiento.

'Apeirógono' nace del encuentro de McCann con los padres de Smadar y Abir (muertas en un atentado suicida, la primera; la segunda por el disparo de un soldado israelí), a raíz de las actividades de Narrative4, una entidad creada por McCann y que él define como "las Naciones Unidas de los jóvenes escritores". Y de ahí, surge esta obra poliédrica y singular, pensada como un cuento de las 1001 noches, con 1001 capítulos rellenos de confesiones, de citas de Einstein y Freud, de fotografías, de Brancusi y Joyce, del diálogo con los padres, de excursos o detalles sobre las humillaciones en Gaza y Cisjordania o el miedo de los judíos a salir de casa.

Y de pájaros que sobrevuelan las fronteras o de Philippe Petit, el funámbulo que cruzó el cielo entre las Torres Gemelas (en la primera escena de Que el vasto mundo siga girando (RBA), la otra novela coral de McCann) y que aquí cruza el espacio entre la Jerusalén árabe y la judía, con una paloma de la paz que está a punto de derribarlo. "La paz –dice el novelista– no se puede imponer desde arriba como desde hace décadas se intenta hacer, presionando, sino que debe salir desde abajo, de diferentes voces, que es como funciona una bandada de pájaros volando".

En otro libro fascinante, McCann ofrece '50 consejos para ser escritor'. Dice que hay que decirle al mundo algo que todavía no sepa y que escribir no soluciona nada, "pero al mismo tiempo nunca olvides que escribir importa". ¿Por qué? Porque "necesitamos crear lo que todavía no existe, convertirnos en un freno contra la desesperación". Pensar, como afirmaba Kundera, que la novela es donde nadie tiene la verdad y todos tienen derecho a ser comprendidos.

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