La campaña militar (111)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Zelenski en la ONU, entre reprimendas y peticiones

Por mucha que sea la debilidad y la pasividad de Naciones Unidas, el presidente ucraniano debe saber que necesita su apoyo frente a una potencia abrumadoramente superior como Rusia

Zelenski en la ONU: “Rusia empuja al mundo a la guerra final”

Zelenski urge a profundas reformas del Consejo de Seguridad y a quitar el poder de veto a Rusia

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, habla durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, habla durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. / Justin Lane / EFE

Esta vez ya de manera presencial, Volodímir Zelenski ha podido desgranar en la Asamblea General de la ONU y en el Consejo de Seguridad su vehemente alocución, con una mezcla de críticas y de peticiones que, a buen seguro, no habrá contentado a todos. Rusia ha sido, como era previsible, el blanco prioritario de sus reprimendas, como violadora del derecho internacional y directa culpable de crímenes de guerra, suficientemente conocidos. Pero si nada puede sorprender de esa parte de su discurso y hasta cabe compartirlo, no sucede lo mismo con sus diatribas contra la propia ONU, por su ineficacia, y sus insinuaciones de falta de solidaridad sobre algunos de sus vecinos.

En el primer caso, por mucha que sea la debilidad y la pasividad del legítimo representante de la comunidad internacional en la respuesta a la tragedia que sufre Ucrania, Zelenski debe saber que necesita su apoyo frente a una potencia abrumadoramente superior como Rusia y, por tanto, no le conviene poner a la organización en su contra. Tampoco sirve para mucho, aunque resulte atractivo para regalar los oídos a sus simpatizantes y visibilice las deficiencias del sistema internacional, demandar la retirada del derecho de veto a Moscú, cuando es obvio que algo así se sale de la realidad.

En el segundo, la equivocación de arremeter contra Polonia es aún mayor, por tratarse de un país que desde el primer momento está entre los más destacados en la ayuda militar a Kiev y alberga a 1,6 millones de refugiados ucranianos en su territorio. La actitud rusa para dificultar las exportaciones ucranianas de cereales a través del mar Negro llevó a Kiev a buscar mercados y rutas alternativas. Ante los problemas de competencia que esas exportaciones podían causar a los agricultores de Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania, la Comisión Europea permitió en mayo que dichos países aplicaran temporalmente un veto a los cereales ucranianos. Ahora, cuando Bruselas ha levantado dicho veto, Varsovia (junto con Bratislava y Budapest) han impuesto unilateralmente otra barrera, pensando fundamentalmente en clave electoral con vistas a las elecciones del próximo día 15, con intención de asegurarse el vital apoyo de los votantes del ámbito rural. De inmediato, Kiev ha apelado a la Organización Mundial del Comercio para intentar revertir esos nuevos vetos y ahora Zelenski señala a Polonia como insolidario. El hecho de que Varsovia no solo haya convocado al embajador ucraniano sino, sobre todo, que haya anunciado que deja de suministrar armas a Kiev debería servir a Zelenski como lección de lo que no debe hacer en defensa de su gente y su país.

En cuanto a las peticiones, es previsible que Zelenski aproveche su reunión con Joe Biden -que ha reiterado que Ucrania no puede perder esta guerra- para conseguir finalmente la entrega de misiles crucero de alta precisión ATACMS, con un alcance que le permitiría batir objetivos en cualquier punto de la península de Crimea. Tal como ha señalado recientemente el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, todo apunta a que la guerra va a ser larga y, en consecuencia, Kiev necesita garantizar que la corriente de suministros y la ayuda económica se mantiene todo el tiempo que sea necesario, añadiendo sistemas aún más sofisticados. Lástima que, mientras tanto, nadie parezca dispuesto a llevar a la práctica la propuesta del presidente colombiano, Gustavo Petro, de convocar una conferencia internacional de paz para poner fin al conflicto (junto a otra para Palestina).

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