#SeAcabó
Agnès Marquès

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Periodista

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Nuestro mundo es otro

Las jugadoras de la selección femenina hicieron suyo, quizá sin saberlo, el título de la canción de María Jiménez

Alexia Putellas, Jennifer Hermoso e Irene Paredes.

Alexia Putellas, Jennifer Hermoso e Irene Paredes. / Jose Breton / Afp7 / Europa Press

Con el volver después de las vacaciones se acentúa la sensación de estar viviendo dentro de una jaula de hámster, dando vueltas al rodillo y parando solo de vez en cuando: las benditas vacaciones. Paramos y saboreamos la vida como si, por fin, hubiera llegado la recompensa después de tanto trabajar. Que eso de descansar solo unas semanas no está bien montado es una evidencia y lo de dedicarse a algo que te guste cobra una importancia vital.

Así que volvemos a empezar con más o menos entusiasmo, aunque este año definitivamente volvemos diferentes de como nos fuimos. Nos guste o no, un beso de un segundo nos ha cambiado para siempre. Luis Rubiales ha dado el espaldarazo definitivo al feminismo, que después del fervor del #MeToo y las primeras manifestaciones masivas del 8 de marzo, había perdido fuelle enredado en el debate político y legal.

El beso robado de Rubiales a Jenni Hermoso y la pésima gestión pública de este hombre incapaz se han convertido en emblema de todos los besos robados y situaciones de abuso de poder que viven tantas mujeres en su día a día. Algo más cotidiano y transversal, si cabe, que las violaciones y las palizas, a pesar de que estas son incontables y las denuncias van a más. Se acabó, dijeron las jugadoras de la selección femenina a las que les han robado el derecho a celebrar su éxito como campeonas del mundo. Hicieron suyo el título de la canción de María Jiménez, quizá sin saberlo.

En estas horas pienso en la artista, en qué debió pensar de la corriente que ha activado el beso de Rubiales después de haber vivido en su propia piel las heridas del machismo. Ella, que además cantaba a esas mujeres que encierran tormentos con un silencio que resquebrajó tantas veces con sus canciones. Era el grito silenciado de muchas mujeres. Ahora ella, con su desaparición, las deja en silencio, aunque le robamos la canción. Porque se acabó, sí. Ella ha abandonado este mundo que ya es otro, definitivamente, por un beso, aunque haya tanta gente atónita por ello. 

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