APUNTE

El seleccionador Luis de la Fuente, desbordado

Chapapote de Rubiales

Respeto Mundial

El apunte de Mónica Marchante.

El apunte de Mónica Marchante. / El Periódico

Mónica Marchante

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Siete días después de los aplausos del seleccionador masculino al suspendido presidente Luis Rubiales seguimos sin saber qué aplaudía Luis De la Fuente, aunque sí otras cosas. Por ejemplo que, según las explicaciones que ofreció este viernes ante la prensa, cree que las críticas son merecidas, que su actitud fue inexcusable, que se sintió desbordado por la situación y que se equivocó.

El seleccionador ha repetido hasta la saciedad que pide perdón.Pero ha añadido que tampoco se va a fustigar. Ni va a dimitir ni se lo planteó nunca. La explicación más elaborada que ofrece es que asistió a la Asamblea pensando en que iba a asistir a la dimisión de su presidente y que al no producirse, se vio desbordado por la situación "entramos en shock cuando vimos que no era así". 

Asuntos injustificables

Es creíble que estuviese en shock y que esperase la dimisión, pero eso jamás puede justificar el aplauso al "falso feminismo" ni a la falsa reconstrucción del beso que hizo Rubiales y mucho menos que aplaudiese la no dimisión. Eso es no saber dónde está uno ni la altura del cargo que tiene. Un entrenador en la élite vive el estrés con naturalidad, toma decisiones con rapidez , controla las emociones y debe estar preparado para cualquier cambio de escenario en un partido de fútbol. Suena a excusa.

Tampoco cuadran los tiempos, espera a que la FIFA suspenda a Rubiales y luego saca un comunicado en el que, por cierto, no nombra a la víctima, Jenni Hermoso. Una semana después lo ha hecho por fin al recordar que "ni Jenni ni el resto de sus compañeras son responsables de lo que allí sucedió" y después ha reconocido que no la ha llamado "seguramente me ha faltado valor". Ese que no le faltó para aplaudir el "falso feminismo". 

Da la impresión que De La Fuente, en estos días, solo le ha echado valor a todo aquello que podría tener que ver con salvar su puesto. Y duele tener esta sensación, porque todos los que le conocen hablan de él como una gran persona. Le hubiera honrado pedir perdón, como ha hecho y además dimitir.

Si su acción es inexcusable, como el mismo reconoce, las excusas sobran y sobre todo, no convencen. No es verdad que le juzgarán solo los resultados, ahora le juzgarán por esta deriva en cada campo.Tendrá que prepararse para que eso, de nuevo, no le desborde.

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