Investidura
Jordi Mercader

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Periodista.

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Desjudicialización y amnistía: el huevo y la castaña

Entre la desjudicialización y la amnistía hay una distancia sideral. Los interesados podrían concentrarse en consensuar por qué es necesario decretar el olvido de lo sucedido en 2017 y años siguientes

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El rey Felipe VI y Pedro Sánchez

El rey Felipe VI y Pedro Sánchez / CHEMA MOYA / EFE / POOL

El PP se esfuerza en divulgar la sospecha de que entre PSOE y ERC-Junts está todo pactado para repetir en la investidura lo que funcionó en la constitución del Congreso. Muy probablemente es falso, aunque el riesgo que tomó Pedro Sánchez ante el Rey, asegurándole que quiere ir a una sesión de investidura porque se ve capaz de sacarla adelante, sustenta la teoría de que el primer paso de toda negociación seria ya se habría dado. La trascendencia de la que está en marcha entre socialistas e independentistas augura un pacto complejo de cerrar; sin embargo, rozaría el ridículo que los protagonistas digan lo que están diciendo de no haberse producido el intercambio firme de la voluntad de hacer todo lo posible para llegar a un acuerdo.

La cuestión estaría pues en poner en común lo que es posible y en lo que no lo es hoy por hoy. Y ahí cada palabra o gesto es un Vietnam. Sánchez no se mueve del diálogo como método, la Constitución como marco y la desjudicialización como objetivo. Pere Aragonès y Carles Puigdemont siguen aferrados a la amnistía como línea roja, aunque algo se habrá avanzado porque de su formulación tradicional a cada intervención se les olvida citar la autodeterminación.

Entre los conceptos de la desjudicialización y la amnistía hay una distancia sideral. Los interesados podrían concentrarse en consensuar por qué es necesario decretar el olvido de lo sucedido en 2017 y años siguientes, más allá de los inconvenientes constitucionales que buena parte de los expertos siguen manteniendo. Para el independentismo, la amnistía de los suyos es una concesión imprescindible para reanimar el conflicto político con nuevos ánimos y alguna esperanza de reconstruir un movimiento popular golpeado por los sucesivos fracasos. Para los socialistas, la desjudicialización es la vía apropiada para el reencuentro de las dos Catalunyas que se enfrentaron en aquel período negro. Hará falta mucha voluntad de pacto para casar las dos propuestas, tan contradictorias como un huevo y una castaña.