La campaña militar (105)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La ambición militar de Ucrania sube un peldaño

Aunque Kiev no ha recibido todo lo que ha solicitado a sus aliados, cuenta con medios suficientes para ir elevando progresivamente su nivel de capacidad militar

Rusia denuncia un ataque masivo de drones ucranianos contra la ciudad crimea de Sebastopol

Rusia denuncia un ataque masivo de drones ucranianos contra la ciudad crimea de Sebastopol / EFE/EPA/ALEX BABENKO

La apuesta militar ucraniana no se circunscribe al frente terrestre en el este y sur del país, tratando de recuperar todo el territorio que pueda de manos de Rusia. Gracias al amplio apoyo que recibe de una cuarentena de países (y actores privados) puede aspirar a objetivos que en solitario estarían fuera de su alcance. Así ocurre gracias al suministro de elementos tan visibles como la munición y los blindados, y a otros más discretos como la cobertura en inteligencia, guerra electrónica y ciberdefensa, incluyendo, por supuesto, el que le presta el sistema satelital de comunicaciones Starlink (ahora pagado básicamente por el Pentágono).

Y aunque Kiev no ha recibido todo lo que ha solicitado -tanto por razones logísticas, derivadas de la incapacidad de la estructura productiva para atender la demanda, como políticas, por el temor de algunos aliados a la reacción rusa-, cuenta con medios suficientes para ir elevando progresivamente su nivel de ambición militar.

Así, por un lado, aumenta el empuje de sus fuerzas terrestres, tratando de perforar la primera línea de defensa rusa, especialmente en el 'oblast' de Zaporiyia, con Melitópol en mente; pero consciente de que lo que queda por delante es especialmente difícil, dado el largo tiempo que Moscú ha tenido para preparar una defensa en profundidad que busca retener el control del Donbás como vía fundamental para asegurar Crimea. Dado que no cabe prever un colapso generalizado de las tropas rusas allí desplegadas, se hace muy difícil imaginar cómo pueden los ucranianos llegar al mar de Azov si no reciben más medios.

Por eso, sin cejar en ese empeño, los planificadores militares ucranianos buscan complicar los cálculos a sus contrapartes rusos, obligándoles a tener que atender otros frentes. A esa idea responde, por ejemplo, la creciente secuencia de ataques con drones en la propia capital rusa. No solo se trata de trastocar el discurso del Kremlin -“todo va según los planes previstos”-, haciendo que la población rusa sienta también el impacto de la guerra en sus propias casas, sino de mostrar las deficiencias de su sistema de defensa (incapaz de detectarlos y derribarlos en un vuelo de cientos de kilómetros) y, más aún, forzar a un redespliegue de dichas defensas, detrayendo medios del frente ucraniano para mejorar la seguridad de su propio territorio.

De modo similar cabe interpretar los ataques navales contra objetivos rusos. Si en julio el objetivo fue nuevamente el puente sobre el estrecho de Kerch, inhabilitando parcialmente el tráfico de vehículos, ahora los objetivos son mercantes y buques de guerra rusos en el mar Negro. Los drones acuáticos no van a anular por sí solos la ventaja que Moscú tiene tanto en el mar Negro como en el de Azov; pero sirven para perturbar su comercio naval -justo tras la anulación del acuerdo de cereales desde puertos ucranianos- y para evitar que los navíos rusos puedan operar muy cerca de la costa, en acciones de apoyo artillero a las fuerzas terrestres.

En esa misma línea de mayor ambición para abrir más frentes y para evitar que Rusia pueda dedicar toda su atención a uno solo, encaja igualmente el nuevo ataque (probablemente con un misil de crucero Storm Shadow) contra el puente de Chongar, que une Jerson con Crimea. Es inmediato entender que, junto al de Kerch, su destrucción es un objetivo prioritario para Kiev, en la medida en que dejaría a Crimea en una situación de extrema vulnerabilidad. Una ambición que, en definitiva, depende del apoyo recibido desde fuera.

Suscríbete para seguir leyendo