Citas estratégicas

Una semana intensa

Decía Lenin que hay décadas en las que nada ocurre y hay semanas en las que ocurren décadas, y esta es la situación actual

Los líderes de la Unión Europea y de los países de América Latina y Caribe, CELAC, en la cumbre de Bruselas.

Los líderes de la Unión Europea y de los países de América Latina y Caribe, CELAC, en la cumbre de Bruselas. / François Lenoir/European Council/DPA

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

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Esta pasada semana han tenido lugar tres acontecimientos importantes, sin contar con la victoria de Alcaraz en Wimbledon y nuestra cita electoral, pues votar en libertad es un lujo que pocos países disfrutan. Cada vez menos. Los acontecimientos a que me refería son la reunión de los ministros de Finanzas del G-20 en la India, la Cumbre Europa-América Latina en Bruselas, y la 'suspensión' por Rusia del acuerdo para la exportación del grano ucraniano. Vivimos una época muy acelerada donde los acontecimientos se atropellan sin darnos tiempo a asimilarlos.

Decía Lenin que hay décadas en las que nada ocurre y hay semanas en las que ocurren décadas, y esta es la situación actual. Empezó el siglo 10 años antes de lo que tocaba con la caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética; continuó con los ataques terroristas de 2001 en Nueva York y Washington, las guerras de Afganistán e Irak, la crisis financiera de 2008, la Primavera Árabe, la pandemia del covid y la primera crisis seria de la globalización, sin olvidar el calentamiento global y su impacto sobre el nicho ecológico que nos sustenta.

Y cuando, satisfechos con la proeza de haber encontrado vacunas eficaces en un tiempo récord (piensen en la malaria), nos aprestábamos a regresar a la normalidad (que ya nunca será como antes), Putin calcula mal sus bazas e invade Ucrania, violando el acuerdo de Bucarest de 1994 que le obligaba a defender sus fronteras y su integridad territorial, y poniendo patas arriba toda la arquitectura de seguridad europea.

Hay gente de la que uno no puede fiarse. Una guerra no provocada que ha traído al mundo entero problemas económicos, energéticos y alimentarios que golpean especialmente a los más débiles y que han creado una tormenta perfecta en la que inflación y deuda altas, elevados intereses, dificultades para acceder al crédito, y un dólar fuerte hacen que hasta 23 países pobres no estén en condiciones de devolver 200.000 millones de dólares en deuda que vencen este año, lo que exigirá reestructurarla e incluso hacer quitas del principal. La reunión de ministros de Finanzas del G-20 en la India tenía esta patata caliente sobre su mesa y será malo para todos si no la resuelve o al menos la encauza. Dar más patadas adelante a la lata no soluciona nada.

Trigo y fertilizantes

No voy a abrumarles con datos sobre la importancia del trigo y los fertilizantes de Ucrania para muchos países que también sufren guerras y un cambio climático que les deja sin agua. La semana pasada Putin 'suspendió' el acuerdo que permitía exportarlo por el mar Negro en una miserable utilización del hambre como arma de guerra. Esperemos una rápida renegociación con ayuda turca y de la ONU que permita que el grano vuelva a fluir porque en caso contrario, habrá más muertos este año en África que en Ucrania.

Lo que no hay que olvidar es que esa guerra es consecuencia del rechazo ruso de las reglas que nos rigen desde 1945 y que esa postura la comparten los grandes países emergentes, esos que Fareed Zacharia llama 'the rise of the rest'. Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) tienen un PIB mayor que los miembros del G-7, mientras el Atlántico pierde fuerza ante un Indo-Pacífico que ya reúne al 62% de la producción mundial y al 65% de la población. El viento de la historia y de la economía sopla a favor suyo.

La fuerza del Sur Global

Por su parte, la cumbre entre Europa y América Latina, celebrada en Bruselas con más éxito del esperado, muestra a las claras la toma de conciencia y la fuerza del Sur Global que no desea ser visto solo como fuente de materias primas, y que tampoco quiere tomar partido en la bipolaridad que se anuncia y que no les conviene. Por eso ha sido muy difícil encontrar un lenguaje común sobre Ucrania.

El comunicado final muestra "profunda preocupación" (no condena) por "la actual guerra contra Ucrania" (gran éxito europeo lograr poner "contra" en lugar de "en"), pero sin mencionar a Rusia porque los latinoamericanos no quieren enemistarse con ella y porque ven en nuestra posición otra muestra del doble rasero que trata de forma diferente las guerras de Irak y de Ucrania, mientras es insensible ante los problemas de Haití o del pueblo palestino. Es algo que debe hacernos reflexionar.

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