El mando de Xavi

Xavi hace indicaciones a sus jugadores desde la banda durante el partido

Xavi hace indicaciones a sus jugadores desde la banda durante el partido / Jordi Cotrina

Albert Guasch

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Hace unos meses, Xavi decidió un día abrirse en canal y exponer en un acto público en Terrassa el estrés que le genera el banquillo azulgrana. «Los peores días de mi vida han sido como entrenador del Barça. Hay muchos momentos en los que no compensa. Es muy duro cuando te dicen que no sirves o no tienes personalidad». Toda una enseñanza de paradoja existencial la que ofrece Xavi: conseguir lo que uno más desea no siempre produce la felicidad que uno espera. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que diría un viejo superhéroe de Marvel, y muchas angustias si esa responsabilidad se asume en casa, podría añadir Xavi

Es de suponer que ahora durante un tiempo el técnico barcelonista no se acordará del desgaste emocional del cargo que proclamó aquel día. Primera temporada completa, primera Liga. Fechas para sentir una sensación de liberación, de bienestar y de auto convencimiento de que, efectivamente, sirve para esto de dirigir al equipo de su vida. Existen en el Barça muchas complejidades, confluyen muchos intereses y en ocasiones caen muchas críticas, pero seguramente hoy pensará que todo ha valido la pena. 

Llevará este título el sello de la manopla de hierro de Ter Stegen, de la bota goleadora de Lewandowski y de la consistencia de muchos jugadores que han ganado su primera Liga, cítese a Pedri, Gavi, De Jong y otros tantos. Se recordará también por ser la última de Busquets y del jubilado Piqué. Pero sobre todo cabe subrayar la figura de Xavi, que ha demostrado capacidad de mando y de gestión de vestuario. Algún escéptico quedará, pero mientras ya no lo sea el presidente Laporta, todo esto que ha ganado. 

Celebrar el éxito

Al equipo le ha faltado a lo largo de la temporada el brillo que se esperaba del pregón de Xavi, aunque ha ido sobrado de blindaje, algo que tampoco se anticipaba. Una de las exhibiciones más convincentes se vio este domingo, el día del remate del título. Inmejorable momento para gustarse. Un Espanyol desprovisto de músculo puso de su parte. Tiene toda la pinta de que va a caerse de la cornisa sin remedio. Y no es lo peor que le pasará: la actitud cafre de algunos botarates tras el partido debería producir más sonrojo que cualquier derrota. No ocurrió una desgracia mayor por el esprint a tiempo de los futbolistas azulgranas.

Xavi tiene que dedicarse ahora un tiempo a celebrar el éxito y olvidar angustias antes de poner el hilo a la plantilla de la temporada que viene, algo a lo que se han puesto ya la dirección deportiva y todos esos agentes que comen en los mejores restaurantes de la ciudad con Laporta. De ello dependerá en parte si empieza o no una nueva era. Xavi se ha ganado que se le tenga fe.

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