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Gemma Martínez

Gemma Martínez

Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

La Barcelona que queremos

Todos somos responsables del futuro de una ciudad que debe ser dinámica, habitable y plural. Yo en ella me quiero quedar

Asistencia masiva en los conciertos de la Mercè 2022

Asistencia masiva en los conciertos de la Mercè 2022

Me mudé a Barcelona por primera vez desde mi Valencia hace 18 años. No fue una llegada que yo soñara en la almohada de las noches de mi infancia. Tampoco apareció en las inquietudes de la Gemma adolescente que ya sabía que de mayor quería ser periodista. Vine con 32 años porque me lo propuso el primero de los seis directores de diario con los que he trabajado. Aterricé sola, sin red, con los míos a 348 kilómetros y con dudas. ¿No habría sido mejor ir a Madrid, capital del Ibex y sede central de la empresa en la que entonces trabajaba, que allí también tenía espacio para mí?

Barcelona me hizo suya de inmediato. Ayudó que era una ciudad de mar, como la tierra de mis raíces, y caí rendida a sus calles y sus barrios palpitantes; su habitabilidad; sus gentes diversas, progresistas y con amplitud de miras que me acogieron con afecto y sin fisuras; su arquitectura fascinante; su inabarcable oferta cultural y sus oportunidades infinitas

Crecí en lo personal, con vínculos que todavía hoy son inquebrantables, y en lo profesional. Sin esa etapa de Barcelona, nunca habría podido vivir después en Estados Unidos y ser corresponsal durante la última crisis financiera. Tampoco al regresar a España, a Madrid, habría escrito sobre el sector bancario ni ejercido responsabilidades de dirección. 

Cada vez que volví de visita en todo este tiempo me alegré del reencuentro, aunque nunca quise mudarme de nuevo. Pero otra vez un director, en este caso el sexto, me convenció. Barcelona me recibió con otra piel. La convivencia es más compleja en una ciudad donde la vivienda tiene cada vez más derecho de exclusión por sus precios imposibles y donde el urbanismo desconcierta. También duelen la delincuencia, el incivismo y algunas voces discordantes, activistas y polarizadas que huyen del diálogo, del progreso colectivo y de la amplitud de miras de antaño. 

Pero la Barcelona que queremos sigue ahí y es recuperable. Es esa tierra de acogida que Carla Simón describió el viernes en el pregón de la Mercè de forma tan magistral. Una urbe plural que tiende puentes sin rendirse a la nostalgia, dinámica, que mira hacia adelante y que afronta sus retos con convicción. Con propuestas y no con protestas, como muy bien dice Albert Sáez. Solo hay que buscarla, respetarla y celebrarla entre todos. Somos nosotros, barceloneses de nacimiento o de adopción, los responsables de su futuro, ya que una ciudad no es otra cosa que la suma de sus gentes. Y yo en esta quiero quedarme.

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