O paramos el precio de la energía o no resistiremos
Instamos al Govern a que defienda los intereses de las empresas catalanas ante un sistema regulado en parte por Europa y en parte desde Madrid
Ramon Talamàs
Presidente de la Comisión de Economia Circular, Industria y Competitividad (CECIC) del Consell General de Cambres de Catalunya.
La competitividad de nuestra industria está altamente condicionada por los precios de la energía; muchas empresas no pueden soportar un aumento de los costes energéticos tan sostenido.
Las empresas están realizando su trabajo, están invirtiendo en eficiencia energética, en mejora tecnológica de los procesos y en energías renovables. Ahora toca que las administraciones jueguen su papel.
Desde la comisión de Economia Circular, Indústria i Competitivitat (CECIC) del Consell General de Cambres de Comerç de Catalunya instamos a las administraciones a que hagan lo necesario para mitigar la escalada de precios de la energía que está afectando gravemente a nuestras empresas y nuestra economía.
En el contexto de la transición energética, era de esperar que los diferentes estratos de la sociedad invirtieran en todo lo necesario para realizar esta transición, ya que a nadie se le escapa que los cambios, las mejoras, a menudo requieren inversión, aunque esta vez no invertimos solo en obtener un rendimiento económico, sino porque el cambio climático ha dejado de ser una posibilidad y ha pasado a ser una realidad.
Las empresas están haciendo su trabajo, están invirtiendo en eficiencia energética, en mejora tecnológica de los procesos, en energías renovables para poder ser autoconsumidores a pesar de las trabas que han ido encontrando, pero carecen de control sobre la evolución de los precios, esto es responsabilidad del sistema eléctrico estatal y en último término del Gobierno, que establece los mecanismos de control de ese mercado eléctrico.
Pero esta transición está siendo injusta con las empresas y los consumidores. Vamos tarde, y sabiendo que dependemos de fuentes de energía que acabarán siendo sustituidas, no somos capaces aún de dejar de depender de ellas, con el agravante de que en los últimos meses el precio pagado por gas y petróleo se ha disparado. El precio ha aumentado de tal modo que su afectación está dejando de ser coyuntural y cada vez más se vuelve estructural.
Hay aspectos coyunturales, sin duda, como la reacción de los mercados a situaciones de crisis como la de Ucrania, pero también estructurales, por ejemplo, cuando el precio de los futuros de electricidad se prevén altísimos para el próximo año al menos, o cuando un sistema de determinación del precio de la electricidad ha obligado a los consumidores a pagar un precio que nada tiene que ver con el coste de generar esta electricidad. Así, el gas subió un 600% en un año, pero el gas representa un 20% del mix energético de los últimos meses. En un reparto ponderado, la subida de la electricidad motivada por el precio del gas habría sido del 200%, en cambio estamos también en subidas de casi el 500%.
El efecto de todo ello en las empresas es que aquellas actividades altamente dependientes de la factura energética han visto multiplicar sus costes por tres y por cuatro, hasta el punto de que en las últimas semanas muchas empresas están deteniendo parte de su actividad para evitar unas pérdidas que se convertirían en fatales para su supervivencia.
Estamos en un momento en el que la competitividad de nuestra industria está altamente condicionada por los precios de la energía, y la futura ley de transición energética debe resolver aspectos como el de la independencia energética, pero el horizonte cercano es absolutamente dependiente del sistema eléctrico actual y de sus reglas del juego, y muchas empresas no soportarán un aumento de los costes energéticos tan sostenido.
Por tanto, debemos instar al Govern a que defienda los intereses de las empresas de nuestro territorio ante un sistema regulado en parte por Europa y en parte desde Madrid, ya que las medidas propuestas hasta ahora para mitigar la escalada de precios (reducción de impuestos tipo IVA, etcétera) no tienen ni tendrán ningún o casi ningún efecto en la industria y el resto de empresas. Un cambio en la forma de determinar los precios de la electricidad, ponderando el precio en función del peso de cada tecnología en el mix de generación, y/o desacoplando el precio del gas del de la electricidad, serían medidas mucho más efectivas.
Las empresas hacen todo lo que está en sus manos, pero toca que las administraciones jueguen su papel.
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