La nota

¡Abróchense los cinturones!

El BCE dejará de comprar deuda de los estados, lo que complicará financiar el déficit y mantener el gasto público

La gasolina y el gasóleo baten récords en plena invasión de Ucrania

La gasolina y el gasóleo baten récords en plena invasión de Ucrania

Joan Tapia

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En poco menos de dos semanas, la invasión de Ucrania y las sanciones contra Rusia han arrojado toneladas de agua helada sobre Europa. A la ya alta inflación -5,8% en la UE y 7,4% en España-, ahora habrá que sumar otra inflación extra por el nuevo y brusco aumento del precio del petróleo, el gas natural, el trigo y muchas materias primas. Y también se palpa una caída del crecimiento, todavía difícil de cuantificar.

La preocupación es general. Grandes empresas intensivas en consumo eléctrico paralizan su producción porque no aguantan el alza de precios de la electricidad. Una encuesta de Pimec dice que el 16% de sus empresas están en peligro y se pueden perder 320.000 empleos. Y las principales bolsas se han desplomado más de un 10% en lo que llevamos de año. La situación es endemoniada. Cuando salíamos de la pandemia, la guerra de Ucrania nos ha vuelto a sumergir en una gran catástrofe política y humana. Y hay histeria por las consecuencias económicas. Un reputado analista exageraba el martes: “Europa casi seguro que ya está en recesión. Los consumidores no van a salir y gastar los ahorros acumulados durante la pandemia cuando ha estallado una guerra al otro lado de la puerta”.

Sobre la economía, los gobiernos -todos, aunque unos más que otros- transmiten gran sensación de desconcierto. Lógico. En la salida de la crisis tuvo un papel relevante la decidida política monetaria superexpansiva (tipos de interés negativos y compra de bonos para inyectar dinero) del BCE y la Reserva Federal americana. Pero ahora los bancos centrales dudan. Si no dan algo (¿cuánto?) de marcha atrás en el apoyo a la economía, la inflación se disparará más. Un desastre. Pero si aprietan el freno dañarán el tejido económico y el empleo.

En América, con una tasa de paro del 3% y una inflación del 7,9%, la Reserva Federal va a empezar a subir tipos este mismo mes. La situación es más complicada en Europa, con una tasa media de paro del doble y grandes diferencias entre los países. El BCE no va a subir de inmediato los tipos, pero su presidenta, Christine Lagarde, ya dejó claro este jueves que la fiesta se ha acabado. Desde el inicio de la pandemia muchos países europeos como España e Italia han podido afrontar un gran incremento del gasto social y del déficit público porque el BCE -para impedir la recesión- compraba su deuda pública a unos tipos de interés muy bajos.

Lagarde, que ha subido del 3,2% al 5,1% la previsión de inflación para este año y que quizás aún es optimista, ha dicho que reducirá de inmediato la compra de bonos y que, salvo que la inflación se reduzca, las acabará en julio. Y que luego, en una semana o un plazo más dilatado, subirán los tipos de interés

Son medidas que a corto no pueden dejar de tener efectos negativos para las familias, las empresas y la financiación de los estados que deben cuidar el gasto social. Los ertes sin compra de deuda pública por el BCE serán más complicados. 

Italia y España serán los países más afectados. De entrada, España menos porque este jueves la deuda a 10 años estaba al 1,26% (peor que hace pocas semanas), mientras que Italia debía pagar ya un 1,90%. Pero Italia tiene un Gobierno de unión nacional mientras que el nuestro es débil porque carece de mayoría parlamentaria. 

Ahora, con un horizonte mucho más incierto, los partidos, al menos los más representativos, deberán pactar algunas medidas que serán necesarias y que no siempre serán populares. Y si no lo hacen, por miedo a romper sus discursos triunfalistas, las consecuencias serán peores.

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