Política monetaria
El BCE sorprende a los mercados: reduce la compra de deuda y prepara la subida de tipos
La brutal escalada de la inflación ha pesado más en el Banco Central Europeo que los efectos económicos de la invasión de Ucrania
Lagarde matiza que la institución tiene "todas las opciones abiertas" y podría cambiar de planes si los precios van a la baja
Pablo Allendesalazar
Periodista
Redactor de economía desde 2004. Tras estudiar en las universidades de Málaga, Edimburgo y el País Vasco, trabajé durante tres años en la Agencia Colpisa-Redacción Central de Vocento. Desde 2007, en la delegación de Madrid de EL PERIÓDICO. Secretario y miembro de la junta directiva de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE).
Sorpresa del Banco Central Europeo (BCE). La autoridad monetaria de la zona euro ha decidido este jueves adelantar el calendario de reducción de las compras de deuda pública y privada anunciado en diciembre, lo que deja la puerta abierta a que suba los tipos de interés a finales de año o principios del próximo, en el que sería el primer encarecimiento del dinero desde julio de 2011. Los analistas no esperaban que el consejo de gobierno de la institución tomase ninguna medida por el momento, pero la brutal escalada de la inflación ha pesado más en el organismo que la incertidumbre sobre el impacto que tendrá la invasión de Ucrania en la economía de la zona euro.
Como estaba previsto desde su última reunión del año pasado, el programa excepcional de compra de deuda pública y privada por la pandemia (PEPP) concluirá al final de este mes. La novedad es que, para compensarlo, las adquisiciones del programa lanzado a mediados de 2014 (APP) aumentarán de forma temporal, pero ya no hasta octubre. Así, se elevarán de los actuales 20.000 millones de euros al mes a 40.000 millones en abril y 30.000 millones en mayo, para volver a 20.000 millones en junio.
Aún más relevante es que el BCE ha anunciado que dará fin a dichas adquisiciones a lo largo del tercer trimestre si se confirman sus previsiones de inflación a medio plazo. Se trata de una decisión clave, ya que la institución ha afirmado que subirá tipos "algún tiempo después" de poner fin a dichas compras y de forma "gradual". El mensaje es calculadamente más ambiguo del que había venido usando hasta ahora (aseguraba que los tipos subirían "poco después" de finalizar las compras, lo que se solía interpretar como en el trimestre siguiente), pero deja claramente la puerta abierta a encarecer el dinero.
"Puede ser la semana después o meses más tarde", ha precisado su presidenta, Christine Lagarde, quien se ha esforzado en subrayar que el BCE se ha dejado "todas las opciones abiertas" ante la enorme incertidumbre provocada por la guerra. Así, ha resaltado que si las previsiones de inflación cambian a la baja y las condiciones de financiación se deterioran, el banco central revisará su plan de compra de deuda "tanto en términos de importe como de duración", lo que a su vez retrasaría la subida de tipos. Con todo, también ha admitido que en todos los escenarios que por ahora maneja el BCE sobre el impacto de la crisis de Ucrania, la inflación se estabilizaría en torno al 2% en 2024, el nivel que busca alcanzar el banco central.
Inflación en el objetivo
El BCE, así, calcula ahora que el IPC de la zona euro, que ascendió a un nuevo máximo del 5,8% en febrero, se situará de media en el 5,1% este año, el 2,1% en 2023 y el 1,9% en 2024, frente al 3,2%, 1,8% y 1,8% que calculaba en diciembre. El subyacente, que no tiene en cuenta los más volátiles precios de la energía y los alimentos frescos, lo estima en el 2,6%, 1,8% y 1,9%, respectivamente, frente al 1,9%, 1,7% y 1,8% anterior. Es decir, que ya prácticamente se dan las condiciones para subir tipos: inflación del 2% a mediados de dicho trienio, hasta el final del mismo y con una subyacente en la misma línea. "Cada vez es más probable que la inflación se estabilice en el objetivo del 2% objetivo a medio plazo", ha admitido Lagarde.
La alta funcionaria francesa ha asegurado que los 25 miembros del consejo de gobierno han apoyado las decisiones adoptadas este jueves, pero también ha admitido que algunos eran partidarios de no tomar ninguna medida por el momento, mientras que otros querían anunciar un calendario previsible de subidas de tipos sin condicionarlo a la evolución de la inflación y las condiciones de financiación. "No es una aceleración o endurecimiento (de la política monetaria), sino una normalización. Lo que estamos haciendo es confirmar nuestro enfoque de ir paso a paso y nuestra máxima opcionalidad frente a la máxima incertidumbre, pero también cumplir con nuestro mandato, que es la estabilidad de precios", ha justificado.
Tormenta perfecta
Lo cierto es que la invasión de Ucrania ha cogido al BCE con el pie cambiado. En las semanas previas, ya había dado señales de que podría endurecer sus medidas más rápido de lo anunciado en diciembre ante el fuerte y persistente incremento del nivel de precios. El mercado, sin embargo, pensaba que no lo iba a hacer por el momento ya que el conflicto bélico supone una tormenta perfecta para la autoridad monetaria. La dependencia europea del petróleo y gas ruso va a subir aún más la inflación, lo que a su vez va a provocar menor crecimiento. La previsión del BCE para el PIB es de 3,7% este año, 2,8% el próximo y 1,6% el siguiente, frente al 4,2%, 2,9% y 1,6% de diciembre. Y eso en su escenario central: maneja otros peores.
Se trata de una situación más endiablada que la provocada por el estallido de la pandemia, ya que entonces la recesión económica se vio acompañada por un desplome de los precios debido al derrumbe de la demanda, lo que daba margen al BCE para tomar medidas de apoyo a la actividad. La clave es que su mandato se limita a controlar la inflación (que esté en el 2% a medio plazo) y no incluye otros objetivos (no como el de la Reserva Federal estadounidense, que también debe promover el pleno empleo). Por ello, el banco central se ha visto obligado a actuar, al tiempo que ha instado a los Gobiernos a tomar medidas fiscales para paliar los efectos económicos de la guerra, dadas las limitaciones que enfrenta la política monetaria.
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