Discriminación: Un 10% de la anualidad y un 100% de privilegio

Estoy buscando piso. Como cada día, abro una de las 800 aplicaciones que me prometen que esto de encontrar mi casa será un proceso chulísimo y no la odisea que todas sabemos que es. Una vez hecha la criba para descartar zulos, cuchitriles y cualquier otro tipo de bagatela habitacional, veo un piso que parece bonito. Es carísimo, pero ya he asumido que es lo que hay. Contacto con la inmobiliaria para concertar una visita y recibo una advertencia vía mail: “Para alquilar este piso es importante que cumpla los siguientes requisitos: documentación laboral actual, contrato de trabajo y dos últimas nóminas que reflejen ingresos equivalentes a una vez y media más el valor del alquiler, identificación actual vigente (DNI, NIE o Pasaporte), el primer mes de alquiler o parte proporcional del mes para entrar a vivir y el gasto de agencia y contrato es del 10% de la anualidad, más IVA”.

¿Sí? ¿Solo estos requisitos son importantes? ¿No queréis también un cuarto de mi hígado, sangre de unicornio y la guardia y custodia de mis futuras criaturas? Tengo 31años, soy autónoma, y quiero alquilar un piso para mí sola. Sospechaba que no soy el perfil ideal de arrendataria, pero este mail lapidario me lo ha acabado de confirmar. Pienso en el privilegio de tener un contrato regular de trabajo: pagas dobles, paro, bajas remuneradas. Pienso en cómo se ha convertido en un privilegio de otra época, la misma en la que ser mileurista era un insulto. Y pienso en todos los privilegios que tengo por encima de tantas otras personas; por blanca, por mediática, por solvente.

Lola Armadàs, una vecina de Barcelona, denunciaba en un reportaje en Betevé (esta Betevé que quieren desvalijar de cultura), que tenía problemas para encontrar piso a pesar de demostrar que tiene el dinero para pagarlo. ¿El motivo? Es madre soltera y las agencias inmobiliarias se lo han dejado muy claro: preferimos una pareja o una familia tradicional. Hetero, seguramente. Y con la piel blanquita. Esto no lo dicen nunca, no; pero las que han sufrido esta discriminación lo saben muy bien.

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