Protestas antivacunas

La falsa libertad

Un manifestantes sostiene una bandera de Estados Unidos y Canadá, durante la protesta en Ottawa

Un manifestantes sostiene una bandera de Estados Unidos y Canadá, durante la protesta en Ottawa / AFP / ED JONES

Rafael Vilasanjuan

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Las democracias son tan frágiles que hasta una de las más sólidas y reconocidas mundialmente, como Canadá, puede ser amenazada por un puñado de camioneros, capaces de bloquear una frontera y crear bajo un eslogan atractivo -"la caravana de la libertad"- la idea de que viven sometidos a una tiranía controlada por élites que segregan y discriminan. Lo que empezó como una protesta por el requerimiento de un carnet vacunal a los camioneros que pasaban la frontera, rápidamente se transformó en protesta contra todas las medidas de salud pública, extendiéndose a Bélgica, Francia, Australia y Nueva Zelanda.

De la protesta por agravios legítimos, aunque limitados en un periodo especial de nuestra historia donde un virus se ha llevado millones de vidas, hemos pasado a teorías de la conspiración, sin evidencia alguna, con profusión de símbolos sudistas y pancartas de Trump. La línea que conecta covid-19, vacunas y 5G es ahora mismo la base de la gran conspiración mundial. Las redes sociales hacen que este movimiento se expanda fácil, al tiempo que difumina cada vez más la frontera entre antivacunas, anticonfinamientos, conspiranoicos o xenófobos, entre otros. Manipulados y financiados, se trata de sumar descontentos para demostrar que las democracias son tiranías que hay que desmontar para que los auténticos autócratas que las apoyan tengan mano libre.

A la hora en que finalmente se ha empezado a desbloquear, no es difícil reconocer que lo que ha pasado estos días en el puente Ambassador, la principal arteria que conecta Canadá con EEUU., reproduce la estrategia y obedece al mismo populismo de los que ocuparon el Capitolio cuando Trump perdió las elecciones. Alimentados de basura informativa se está creando una red global de activistas ultra cuyo modelo no es precisamente de libertades. Son un peligro real, frente al que solo cabe reivindicar el principio de que en democracia la ley libera y la libertad oprime cuando impide la del resto. Vale para Canadá, pero vayamos tomando nota.

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