Abusos sexuales

Ernest Folch

Editor y periodista

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¿Por qué encubre España a la Iglesia católica?

Da la sensación que unas veces por desidia, otras por miedo y muchas por encubrimiento descarado, España sigue a la cola de los países que luchan contra esta lacra vergonzosa

El abad de Montserrat pide perdón por los abusos sexuales en su homilía

El abad de Montserrat pide perdón por los abusos sexuales en su homilía / Susanna Sáez

En Francia, una espectacular y publicitada comisión independiente para investigar la atrocidad de los abusos sexuales en la Iglesia, que ha trabajado durante más de dos años, ha dictaminado la existencia de al menos 216.000 abusos dentro de la propia institución. En Bélgica, la presión popular y de los sucesivos gobiernos, han obligado a compensaciones económicas masivas y a un reconocimiento a las víctimas con una escultura, incluso dentro de las propias catedrales de Bruselas, Brujas o Amberes. Australia ostenta el récord de la mayor indemnización a una víctima, con casi un millón de euros al hombre que tuvo que soportar las violaciones sistemáticas del sacerdote Bertram Adderley. En Estados Unidos, la Iglesia ha tenido que pedir perdón solemnemente y hacer frente a indemnizaciones millonarias en cascada desde la célebre publicación en el 'Boston Globe' sobre los abusos en Boston.

Pero, ¿y en España? Pues a pesar de grandes trabajos periodísticos, como la investigación de este periódico que destapó los abusos en los Maristas, o la serie 'Examen de conciencia' de Albert Solé, en Netflix, lo cierto es que la Iglesia española sigue resistiéndose a colaborar y es una de las más opacas en el esclarecimiento de estas atrocidades. 'El País' revelaba hace unos días que los jesuitas y los maristas desobedecen hoy abiertamente la expresa prohibición del Papa de exigir confidencialidad a las víctimas para negociar las indemnizaciones, y es una evidencia que la Conferencia Episcopal ha sido incapaz de hacer un recuento del número total e identidad de las víctimas, a diferencia de lo que ya han hecho muchos otros países. ¿Por qué no se ha aprobado en España, como en Francia, la creación de una comisión independiente que investigue cada uno de los abusos, los recuente y los haga públicos? ¿Por qué el Gobierno no presiona públicamente a la Iglesia para que sea transparente y proactiva en la búsqueda de la verdad?

En Francia, la revelación de los abusos documentados ha provocado un enfrentamiento abierto entre la curia y el Gobierno: el ministro del Interior convocó de urgencia para cuadrar en público al presidente de la Conferencia Episcopal, después de que este asombrara a su país declarando que "el secreto de confesión está por encima de las leyes de la República", es decir, sugiriendo que sus curas violadores están fuera de la ley y deben quedar impunes. Da la sensación que unas veces por desidia, otras por miedo y muchas por encubrimiento descarado, España sigue a la cola de los países que luchan contra esta lacra vergonzosa, porque tiene un grave déficit de transparencia al mismo tiempo que tolera compensaciones ridículas (de menos de 10.000 euros frente a cientos de miles en Estados Unidos) a conductas atroces. En España, las investigaciones sobre abusos suelen terminar de la misma manera: con un breve comunicado de la institución diciendo que el cura ha sido apartado y enviado a un país muy lejano, donde es probable que siga abusando a su antojo.

Aquí, además, la ironía es que tenemos que aguantar que esta Iglesia carpetovetónica que encubre o distrae delitos sexuales nos dé lecciones morales sobre el aborto y la importancia de la vida.

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