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Gemma Ubasart

Consellera de Justícia, Drets i Memòria

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Si un extraterrestre aterrizara... o unas notas sobre 'Barcelona imparable'

Se constata que hay un conjunto de actores sociales y políticos que, en los últimos tiempos, apelan al orden. Es el caso de la plataforma sobre Barcelona: veremos hasta qué punto coquetean JxCat (ex CiU) y PSC (su élite)

Gente paseando con mascarilla

Gente paseando con mascarilla / Ferran Nadeu

El binomio viejo-nuevo se posicionó, desde ya hace una década, como fractura notable que atravesaba la vida política de nuestro país. Aparte de los tradicionales 'cleavages' ideológico (derecha-izquierda) y el territorial-nacional (centralismo-descentralización), se añadía uno que tenía que ver con la radicalidad democrática, con la crítica a la 'cartelización' partidista, con la ambición para asumir nuevos retos disruptivos. El 15-M fue el momento simbólico que acuñó esta nueva realidad.

Después vino una transformación del sistema de partidos políticos con el surgimiento de Podemos, alcaldías ciudadanistas en las grandes ciudades e, incluso, el salto estatal de Ciutadans. Esta nueva dicotomía no surgía de la nada: el papel creciente de los movimientos sociales en la incidencia en las políticas públicas, la construcción de un municipalismo alternativo y popular (no partidista, pero sí radicalmente político), o la sensibilidad por la participación ciudadana y el control social de las instituciones y actores políticos ya se habían estado ensayando desde el cambio de milenio.

Desde mi punto de vista esta fractura, en cambio, evoluciona años después hacia otra que podríamos bautizar como régimen-cambio. El proceso soberanista en parte la enmarca, aunque de una manera 'sui generis y no recomendaría buscar correspondencias fáciles. Eso sí, se constata que hay un conjunto de actores sociales y políticos que, en los últimos tiempos, apelan al orden, nostálgicos de una hegemonía bipartidista perdida. Sí, también una parte de los independentistas de nueva hornada. El gobierno de la Diputació de Barcelona es un ejemplo. Otro, de rabiosa actualidad, el caso de la plataforma 'Barcelona imparable': veremos hasta qué punto coquetean JxCat (ex CiU) y PSC (su élite).

Si un extraterrestre aterrizara aquí, limpio de prejuicios forjados en pueriles batallas partidistas, y al ver quién gobierna en Barcelona y Catalunya, llegaría a la conclusión que las fuerzas de cambio se han abierto paso en las máximas magistraturas del país, aunque con correlaciones de fuerza complejas. También creería que ha llegado la posibilidad de intentar abrir una nueva etapa en la historia del país, construyendo sinergias de colaboración que, con imaginación e inteligencia, pueden llevar muy lejos la transformación… Si un extraterrestre aterrizara.

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