Tablero catalán

JxCat y ERC: Agotados de esperar el fin

Resistir políticamente siendo pocos es una posibilidad, siendo pocos y mal avenidos una utopía

El candidato de ERC, Pere Aragonés, junto a varios diputados de JxCat, en los pasillos del Parlament durante un receso del debate de investidura del nuevo presidente de la Generalitat.

El candidato de ERC, Pere Aragonés, junto a varios diputados de JxCat, en los pasillos del Parlament durante un receso del debate de investidura del nuevo presidente de la Generalitat. / EFE/Enric Fontcuberta

Josep Martí Blanch

Josep Martí Blanch

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Hay que poner banda sonora al periodismo. Cada artículo debería sugerir una pieza musical con la que acompañarlo. Con el ánimo jactancioso de crear tendencia sugiero para estas líneas el tema "Agotados de esperar el fin" de Ilegales, producido y grabado en 1984. “Viejas caras, nuevas caras, pero las mismas cabezas. ¿Qué les empujara? No viven solo esperan. Están agotados de esperar. Agotados de esperar el fin”. Los parlamentarios catalanes volvieron el pasado jueves al hemiciclo de la Cámara en sesión de control al Govern, tras las restricciones de aforo obligadas por la pandemia. Allí estaban los 135 hombres y mujeres que regirán el poder legislativo catalán durante esta legislatura. Y la sesión puede resumirse en este verso de la banda asturiana liderada por Jorge Ilegal: agotados de esperar el fin. Agotados antes de empezar, añadiríamos nosotros.

La política catalana está exhausta. Esa y no otra es la principal característica del presente. Caminar en circulo cansa. Hacerlo diez años seguidos le convierten a uno en un ser exangüe incapaz de disimular que no da para más. Quienes están más derrengados son quienes han dado más vueltas, claro. Y son, paradójicamente, quienes menos deberían estarlo porque van a gobernar. Pero están exhaustos, mentalmente baldados.

Fatigados el uno del otro. Reventados por haber quemado liderazgos a la velocidad de la luz. Extenuados por la imposibilidad de encontrar una salida al laberinto discursivo de la república imposible. Sin fuerzas para imaginar, no ya jugadas maestras, sino tan siquiera jugadas. Todo el proceso negociador para alcanzar un acuerdo de legislatura que permita formar Govern está enjertado de este agotamiento. El pozo se ha secado. Cuando el director de este periódico, Albert Sàez, escribe que nadie espera al nuevo gobierno lleva razón. Nadie les aguarda porque no hay nada que esperar, más allá del renquear al que ya nos hemos acostumbrado.

Quemando los días

La creatividad de los guionistas se ha evaporado porque las tramas de las que el serial ha vivido hasta ahora están agotadas y no aciertan a vislumbrar qué nuevos derroteros debe tomar la nueva temporada, con la salvedad de crear nuevos departamentos acordes a la moda de los tiempos, como el de Feminismo o el de Acción Climática, junto a algún otro que sí resulta imprescindible, tal es el caso de Universidades e Investigación.

Por lo demás se siguen quemando los días, uno tras otro, en la chimenea de la inacción y el postureo inoperante. Postureo de JxCat fueron los primeros dos meses de negociaciones, encallando voluntariamente las conversaciones en el papel del Consell per la República o en la necesidad de pactar una estrategia conjunta en las Cortes, para retrasar lo máximo posible el inicio de las negociaciones de verdad.

Postureo ha sido también el ultimátum de ERC que fijaba como fecha límite para explorar un Govern en solitario el 1 de mayo, obligándose a presentar para que no se descubriera el farol una propuesta en este sentido una vez vencido el plazo. En realidad nada que no obedezca al rutinario manual de una negociación clásica en la que uno de los actores tiene más prisa que el otro. Cuanto más nos acercamos al toque de campana que señalaría la convocatoria forzosa de elecciones más fuerza de negociación para JxCat y menos para ERC. Esta es la única cera que arde.

Fase de la goma elástica

Ahora JxCat y ERC han entrado en la fase de la goma elástica. En la primera reunión que mantuvieron en la cárcel de Lledoners se quiso evidenciar que las negociaciones se adentraban en el terreno de la concreción que ha de llevarlos al sí quiero definitivo. El frenazo posterior de JxCat insistiendo en lo mucho que falta o el acelerón de ERC con su propuesta formal de gobierno en solitario eran totalmente previsibles. Van a casarse, pero la amenaza de que el matrimonio no se celebre ha de mantenerse en pie mientras no estén cerrados todos los flecos y flequillos de la negociación, esto es, la dote de JxCat.

Donde también andan agotados de esperar el fin, pero en este caso quizás el definitivo, es en el malogrado PDECat. La espantada de Joana Ortega negándose finalmente a asumir la presidencia del partido, tal y como se había anunciado, es un presagio de lo que puede acontecer finalmente con las siglas fundadas por Artur Mas. Si señalábamos el agotamiento de JxCat y ERC como fuente principal de su inoperancia, en el PDECat las dudas son sobre si no habría que llamar a alguien para que le dispensara la extremaunción. Resistir políticamente siendo pocos es una posibilidad. Siendo pocos y mal avenidos una utopía.

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