Por una Navidad en 'streaming'
No hay excusas, la pandemia nos ha enseñado a sortear los peores efectos del coronavirus en positivo
Carol Álvarez
Subdirectora de El Periódico
Subdirectora de El Periódico. Cultura, tendencias sociales y Barcelona.
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La estación de Atocha de Madrid tuvo su repunte de viajeros esta semana, ávidos de abandonar la capital unos días hacia ĺa costa, sobre todo Andalucía, aprovechando el puente. La noche del jueves, la serpiente de luces de coches en la salida de Barcelona por la Gran Via parecía un espejismo de toque de queda. Muchos conductores son a buen seguro reincidentes, cada jueves repiten la liturgia para esquivar las restricciones de movilidad que arrancan los viernes. Esta semana, con varios festivos por delante, aumentó el fenómeno.
Cuanto más cerca estamos de la Navidad, la fatiga de la pandemia y la emoción de volver a viejos hábitos, a tradiciones arraigadas, más nos acercan a la trampa mortal de la tercera ola. Y no hemos aún retirado el pie de la segunda, que mantiene a 400 personas en la uci. Que arroja 50 muertos al día solo en Catalunya. El freno de la desescalada por precaución sanitaria despierta más fastidio general que temor al por qué, a la realidad que esconde la decisión de las medidas adoptadas.
Si hemos sido capaces de resignarnos a esa filosofía preñada de rebeldía, basada en que las normas están para saltárselas (no pago las multas del covid, esquivo el toque de queda, me salto lo de las burbujas y me quito la mascarilla cuando no me ven porque molesta), podríamos trabajar en eso de que las tradiciones también están para saltárselas. ¿Por qué las costumbres son sagradas y las normas no?
No hay excusa. La pandemia nos ha enseñado también a sortear los peores efectos del virus en positivo. Los músicos reorientan su negocio para sacar beneficios de sus actuaciones con streamings en distintas plataformas digitales, que ya incorporan el pago electrónico progresivamente. Es un fenómeno global. Los Stay Homas estrenaron el sistema de la sala Barts vacía pero conectada por internet a los seguidores, pero meses antes el australiano Nick Cave ya presentaba disco, Idiot Prayer con un concierto bajo registro en Londres, y el sudafricano Jeremy Loops interpretaba las canciones pedidas por sus fans desde un cuarto de ensayos de su casa, reunido por primera vez con su banda tras meses de aislamiento, y con un vino y charlas por Instagram con sus seguidores apuntados a una plataforma para disfrutar el momento desde casa previo pago.
La Navidad puede ser a distancia, en streaming, y no es un drama nacional. No hay mayor tradición navideña que la generosidad, y hasta las actividades benéficas para recaudar fondos como la cena solidaria del Hospital Sant Joan de Déu tuvo que adaptarse a los tiempos y se organizó de forma virtual, con actuaciones musicales online como la de Estopa, y la asistencia de de familias de 36 provincias y de 14 países de todo el mundo que pagaron por conectarse a la gala. El hospital, que sumaba donaciones para hacer frente al alarmante descenso de ingresos para la investigación precisamente por el impacto de las restricciones del covid, recaudó 86.586 euros. La Navidad también puede ser esto.
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