DOS MIRADAS

Librerías

Sin teatros ni cines, las librerías se erigen como el faro que ilumina la noche dura

Una imagen de la libreria La Central del Raval, este jueves.

Una imagen de la libreria La Central del Raval, este jueves. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Pocas veces se han dado <strong>unas declaraciones tan contundentes como las de Anne Hidalgo</strong> contra una plataforma de comercio digital. “Digo esto a los parisinos: no compréis en Amazon, porque es la muerte de las librerías y de la vida en nuestros barrios”. Clamaba para encender de nuevo las luces, ahora apagadas, de estos espacios donde se venden libros y se expande la cultura, para que el fuego de la letra volviera a reavivar. Y se han apuntado también premios como el Goncourt. El jurado no quiso concederlo (10 euros: el peor dotado del mundo y el que tiene más eco: al día siguiente de hacerlo público se agotan las ediciones) hasta que los libros no se puedan volver a comprar en el lugar que corresponde.

Aquí, como son “bien esencial”, siguen aun abiertas, aunque cuelgan del hilo de la incertidumbre: podríamos volver a perder este “motivo legítimo para salir de casa”, como afirma la alcaldesa de París. Sin teatros ni cines, las librerías se erigen como el faro que ilumina la noche dura. Conozco mucha gente que ya ha hecho provisiones de poemas, novelas y ensayos, de cuentos infantiles y relatos, para tratar de recorrer las dunas inciertas del angustioso desierto.