Líder cuestionado

Macron se estanca en la derecha

El presidente no ha conseguido reconciliar a los franceses, un objetivo que seguirá siendo inalcanzable si prosigue con una política que beneficia a los poderosos

Emmanuel Macron pasa revista a la guardia de honor durante la ceremonia militar anual del Día de la Bastilla, en París, este martes 14 de julio

Emmanuel Macron pasa revista a la guardia de honor durante la ceremonia militar anual del Día de la Bastilla, en París, este martes 14 de julio / periodico

José A. Sorolla

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Emmanuel Macron llegó al Elíseo con la etiqueta de que su política no iba a ser ni de derechas ni de izquierdas o, mejor, que iba a ser a la vez de derechas y de izquierdas. Pero han transcurrido ya más de tres años de mandato y en la resolución de la crisis de Gobierno tras el fracaso de su partido en las elecciones municipales ha perdido la oportunidad de completar su política con la segunda derivada de la ecuación, es decir, compensar con un giro a la izquierda la primacía neoliberal que ha marcado su presidencia. Macron desplegó una serie de reformas, muchas de ellas necesarias, pero su política beneficiaba sobre todo a los poderosos y, cuando se le reprochaba, contestaba que pronto habría un giro social para recuperar el equilibrio.

Ese giro social no ha llegado. Después de un primer ministro procedente de la derecha, Édouard Philippe, un gestor eficaz que le superó en popularidad, ha nombrado a otro primer ministro, Jean Castex, alto funcionario y alcalde de pueblo, antiguo militante del partido de la derecha Los Republicanos y colaborador del expresidente Nicolas Sarkozy, cuya influencia en Macron es cada vez más evidente.

Entrevista del 14 de julio

En la tradicional entrevista del 14 de julio, el presidente tampoco aportó grandes novedades. Aparte de las medidas sanitarias destinadas a combatir la pandemia y sus consecuencias socioeconómicas –anunció un plan de 100.000 millones de euros que se suman a los 460.000 ya comprometidos-, el único guiño al ecologismo en auge fue el anuncio de inscribir en la Constitución el objetivo de luchar contra el calentamiento del planeta y el respeto a la diversidad. Admitió errores en el conflicto de los chalecos amarillos, demasiada aceleración en algunas de las reformas emprendidas, como la de las pensiones, e injusticia y falta de diálogo en otras.

Macron reconoció también que no ha conseguido reconciliar a los franceses, pero esta confesión no parece que exprese una preocupación excesiva porque ese objetivo seguirá siendo inalcanzable si prosigue y acentúa la política de derechas que ha ejecutado hasta ahora.