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Pedro Sánchez y la derecha económica
La CEOE necesita acuerdos con el Gobierno para evitar el hundimiento de las empresas
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
En abril y mayo presenciamos la gran apuesta de Pablo Casado y de Cayetana Álvarez de Toledo (¿con José María Aznar en el puesto de mando?) para derribar al Gobierno "socialcomunista" aprovechando que no tiene mayoría parlamentaria, acusándole de todos los males de la pandemia -como si España lo hubiera hecho peor que sus vecinos europeos-, criminalizándolo por el pacto con Podemos y la abstención de ERC en la investidura (¡pecados imperdonables!) y rogando para que la coalición, o sus apoyos parlamentarios, acabaran sucumbiendo a sus contradicciones. Y no hubo reparos en confluir con Vox. Aznar ya dijo aquello de que Santiago Abascal era "un buen chico lleno de buenas intenciones".
La operación Derribo ha fracasado. Porque el PSOE y Podemos, pese a sus diferencias, no tenían otra opción que seguir juntos. Porque el PNV cree desde hace años que ayudando a la gobernabilidad de España consolida el autogobierno vasco; porque ERC, pese a la presión de Carles Puigdemont, no se ha sumado al derribo, y en último término porque, cuando ERC ha votado en contra, Cs ha vuelto a su vocación original de bisagra. Ya Inés Arrimadas dijo que Cs era el partido que más había pagado sus errores (los de Albert Rivera).
Pablo Casado está aprehendiendo que la operación Derribo del Ejecutivo “socialcomunista” ha fracasado
Pedro Sánchez ha sido mejor estratega. Pero su victoria (aún provisional) se debe también a que la derecha económica (la CEOE y el empresariado) tienen un objetivo muy diferente a la derecha política. El PP quiere echar a Sánchez y volver a la Moncloa. La derecha económica busca garantizar la viabilidad de las empresas e influir en el Gobierno -sea el que sea- para proteger sus necesidades. Y visto que con este Parlamento -y que con la actitud de los dos grandes partidos- no hay otro presidente posible que Sánchez, el presidente de la CEOE, José María Garamendi (pero no solo Garamendi), ha concluido que debía negociar y pactar con el Gobierno para evitar el hundimiento económico. De ahí los sucesivos acuerdos de los ertes, de gran coste económico para las arcas públicas pero que evitan la quiebra de muchas empresas, el brusco aumento del paro y una caída todavía mayor del consumo de las familias.
Sabia conclusión
Y en paralelo el Gobierno ha llegado -tras algunos raptos de prepotencia- a la sabia conclusión de que no tiene mayoría y que pretender encauzar la que puede ser la crisis económica más disruptiva dando la espalda a los gritos de socorro de las empresas sería un suicidio. Y Podemos lo ha aceptado cuando ha visto que el déficit público alcanzaría el 10% del PIB (2,8% en el 2019) y la deuda pública llegaría al 120% del PIB. Ante estos números, la subida agresiva de impuestos daría poco zumo e incluso podría ser negativa. España, Italia e incluso Francia, países donde el FMI dice que la caída del PIB puede superar este año el 12%, necesitan los fondos europeos: el MEDE, el plan de recuperación impulsado por Angela Merkel y Emmanuel Macron, y las compras de deuda del BCE, que ya salvaron la situación en el 2012.
En suma, el Ejecutivo de izquierdas y la derecha económica han comprendido que, aunque no se amen, se necesitan. Sánchez lo ha reconocido al afirmar que prioriza sobre todo -por ejemplo, en la reforma laboral- la concertación con la CEOE y los sindicatos. Y Garamendi lo expresó el jueves en la clausura de las muy importantes jornadas de la CEOE diciendo que "las crisis no se financian con impuestos sino con deuda", pensando en el BCE, Merkel y Nadia Calviño.
Y el matrimonio de conveniencias entre la izquierda política y la derecha económica se acaba de visualizar en la nueva prórroga de los ertes y en las jornadas de la CEOE, donde Garamendi ha sido explícitamente apoyado por más de 100 grandes empresarios. Ahí está el discurso final de Pablo Isla, presidente de Inditex, llamando al consenso, el diálogo social, la seguridad jurídica, la colaboración público-privada y a más Europa (otra vez Calviño).
Sánchez ha sobrevivido por su resiliencia, su cintura política y el puente con la derecha económica. Pero para respirar precisa los Presupuestos del 2021. No será asignatura fácil. Deberá arbitrar muchas contradicciones. Pero está en la Moncloa y hoy por hoy no hay alternativa.
Casado está aprehendiendo que la operación Derribo ha fracasado. Por eso impulsa a Ana Pastor, la conservadora sensata, frente a la aznarista Cayetana. Por eso vota el decreto de la nueva normalidad y se abre a acuerdos en la comisión parlamentaria sobre la recuperación. Debe reinventarse mientras espera el veredicto de las urnas vascas (¿un error Carlos Iturgaiz?) y gallegas. ¿Cómo afectaría al PP una cuarta mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo?
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