ANÁLISIS
Mientras dure la pandemia
Frente a los populismos que promueven conspiraciones, cacerolas y miedo, hay que reivindicar una Europa que emerja en esta crisis
Rafael Vilasanjuan
Periodista
Rafael Vilasanjuan
Recuerda esta pandemia a la tesis con la que Alejandro Amenábar dirigió la película 'Mientras dure la guerra', cuando Franco descubre que su capacidad para controlar de por vida el poder pasa por alargar la guerra civil hasta polarizar el conflicto. Parece una estrategia calcada a la que siguen otros líderes que sueñan con utilizar la epidemia para reforzar su control.
A la cabeza esta China. Olvidando teorías conspiratorias sobre la posibilidad de que el virus fuera creado en un laboratorio --por ahora científicamente imposible--, el gigante asiático no tiene la culpa de haber visto nacer la epidemia, pero sí en cambio de haber ocultado la realidad, de manipular la información y ahora de perseguir hasta hacer desaparecer a todos los que intentan denunciar que entre lo que pasó en Wuhan y la realidad hay un abismo. Parece evidente que ocultaron información para mantener su hegemonía en la economía global, así como para fortalecer su poder interno.
Mientras dura la pandemia, mientras medio mundo sigue confinado y la amenaza de un rebrote define el horizonte, China aprovecha la crisis para someter a Hong Kong con una nueva ley de seguridad que en la práctica significa romper el acuerdo de integración de “un mismo país con dos sistemas” para someterla a las pautas totalitarias del régimen de Xi Jingping.
Incompetencia y manipulación
La otra gran potencia, EEUU, vive sus peores días, en medio de la incompetencia de un presidente que también manipula la información y utiliza la epidemia. A diferencia de China, allí, como en Europa, las cifras son claras y los errores se deben más bien a la incapacidad de armonizar datos entre administraciones. Pero tampoco está exento el gigante americano de entregarse a la mentira. Trump ha despedido a todos los inspectores del departamento de estado críticos, incluyendo al máximo cargo científico del gobierno, Rick Bright tras denunciar que la respuesta errática había propiciado el aumento de muertes.
A diferencia de China, Trump no quiere más autoridad en la crisis. Con la reelección a seis meses ha intuido que solo se salvaba si hacía de oposición. Rehúye la responsabilidad porque solo le interesa atraer la atención para ganar en noviembre, por eso ha renunciado a mandar, mientras distribuye las culpas de lo que ocurre entre China, la Organización Mundial de la Salud, sus científicos y los propios gobernadores, especialmente si son del Partido Demócrata.
La mentira les une, también su ultranacionalismo. Es la herramienta de poder mas asequible cuando la gente tiene miedo. Sin embargo esta polarización de las dos potencias deja el espacio abierto a Europa: una tercera vía. Angela Merkel, tal vez la líder mas destacada del panorama global, ya ha declarado que la epidemia pone de manifiesto que el Estado nación por sí solo no tiene futuro. Con la mutualización de la deuda, Alemania empieza a dibujar una Europa federada. Frente a los populismos que también aquí promueven conspiraciones, cacerolas y miedo, hay que reivindicar esa Europa que emerge mientras dura la pandemia.
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