La epidemia en los países en desarrollo

¿Virus de ricos o de pobres?

Los sistemas de salud en África no están preparados para dar respuesta a un coronavirus salvaje, lo sabemos porque tampoco lo están para la emergencia del día a día

Una calle de Dakar (Senegal), el pasado 19 de marzo.

Una calle de Dakar (Senegal), el pasado 19 de marzo. / periodico

Rafael Vilasanjuan

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Hemos recuperado los balcones para aplaudir, para cantar, para gritar o para descubrir que al otro lado hay un vecino para hablar. Sin una vacuna que frene la transmisión, ni un tratamiento que mitigue el riesgo de sus consecuencias mas graves, la única respuesta al coronavirus pasa por intentar ponerle barreras para que el contagio se ralentice. En esas estamos a este lado del mundo: quietos, confinados, intentado evitar al máximo el número de contactos que propaguen el virus. Pensábamos que éramos inmunes y de la misma manera que la economía se ha globalizado, esta epidemia ha venido a recordarnos que las enfermedades infecciosas también circulan sin conocer fronteras. Hasta la llegada del coronavirus las enfermedades infecciosas quedaban al otro lado de una frontera que divide el mapa del mundo en dos: los países ricos y el resto. Este nuevo virus, de momento es la excepción, no sabemos cuánto tiempo puede durar así, pero sí sabemos algo que desde hace tiempo venimos apuntando: que la salud y el desarrollo global van de la mano.

Por eso hay que empezar a mirar también hacia balcones mas allá de nuestras fronteras donde hay grupos muy vulnerables y el riesgo es aun mayor. Las organizaciones humanitarias ya han anunciado que convertir los campos de refugiados en campos de infectados es cuestión de tiempo. De Siria Bangladés Uganda, los que huyen de persecuciones ya viven en confinamiento, pero hacinados, todo un botín para un virus que circula tan rápidamente. Su situación es como una bomba de relojería que no solo afectará a los mayores, sino a toda la comunidad. El virus también hará estragos en zonas de conflicto, como en Siria, Venezuela Yemen, donde los sistemas de salud han sido devastados.

Cifras bajas

El otro gran escenario donde puede circular libremente es África ¿Qué está ocurriendo allí abajo? Las cifras bajas en países subsaharianos sorprenden. El primer caso se registró en Nigeria y aún hoy en ese país, de largo el mas poblado del continente, los casos reportados se siguen contando con los dedos de las manos. Sin embargo, en el espacio de tiempo desde ese primer positivo de un italiano que viajó a Nigeria, otros 28 países de África Subsahariana conocen ya el virus y se expande. La duda está en saber a qué velocidad. Parece imposible que el virus haya dado la vuelta a la situación que dejaba las enfermedades infecciosas al otro lado y ahora distinga a los países ricos y en los pobres el número de infectados sea marginal. Algunas pistas permiten cierto margen de esperanza para que el desastre que está ocasionando aquí no acabe por hundir a los mas pobres. El dato mas contundente es que el continente africano es el mas joven del mundo, la media de edad es de 20 años y solo el 3% de la población africana tiene mas de 65. Sabiendo que el impacto de la enfermedad es menor entre los jóvenes parecería normal que afecte menos. La otra razón por la que el número de casos no asciende es porque no se está diagnosticando. Como máximo algunos países están tomando la temperatura a los pasajeros en los aeropuertos, un método no muy efectivo teniendo en cuenta el largo periodo que puede pasar sin presentar síntomas. No hay recursos para llevar el test a todos los posibles afectados y eso podría estar ocultando que el virus ya estuviera suficientemente expandido.

Crucemos los dedos, ojalá no acabe generando un problema mayor, porque lo que sí sabemos, en cambio, es que con la debilidad de los sistemas de salud en casi todos los países del continente supondría un reto insalvable. Los países de renta baja, incluso los que se acercan a una renta media, no tienen capacidad para dar respuesta a los casos mas graves. Por poner solo un ejemplo, en Kenia, un país de mas de 50 millones de habitantes, solo hay 130 camas de cuidados intensivos. Todo un reto.

En Sudáfrica parece que los casos empiezan a seguir la curva europea, pero en el resto de países no parece, todavía, que haya transmisión comunitaria. Cuando se produzca sabemos que será mas duro que aquí. Sin capacidad de respuesta médica la epidemia no encontrará barreras. Por otra parte, si se confirma que el riesgo mortal de esta enfermedad afecta principalmente a los mayores, será difícil que acaben considerándolo una amenaza de salud pública superior a las que ya tienen. Pensemos que en un país como Senegal, que no es de los mas bajos en renta, cada año mueren 11.000 niños antes de llegar a los 5 años como consecuencia de una neumonía que podría ser tratada. Las enfermedades mas letales en África se llevan cada año 3 millones de vidas de forma prematura. Solo el sida mata a un millón de personas y otro tanto se llevan las enfermedades respiratorias. Como ocurre ahora aquí con el coronavirus, estas son las emergencias de salud global que impiden el desarrollo de estos países. La mayoría de sistemas de salud en África no están preparados para dar respuesta a un coronavirus salvaje, lo sabemos porque tampoco lo están para dar respuesta a la emergencia del día a día y por eso castigan tanto a su población y les cuesta tanto salir de la pobreza. Si entra con fuerza y el virus es estacional, mantenerlo sin respuesta en cualquier región del mundo seguirá siendo una amenaza para ellos, pero también para nosotros. Una buena manera de entender que igual que la economía, la salud tiene que ofrecer respuestas globales, porque, aunque creamos lo contrario los virus no conocen fronteras.