El proceso de reconstrucción tras la pandemia

Fórmulas de ayer para mañana

Las propuestas evidencian la gravedad de la crisis, aunque no siempre los referentes históricos son repetibles

Fórmulas de ayer para mañana

Fórmulas de ayer para mañana / periodico

Anna Cristeto

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Cuarta semana del confinamiento, que durará al menos hasta el 26 de abril. El cierre total se atenuará tras la Semana Santa si las cifras que se escudriñan a diario siguen dando muestras de ralentización. Las medidas para hacer frente a la pandemia se levantarán de manera gradual y quizá dentro de algunas semanas podría permitirse que los niños rompan la condena domiciliaria. Vivimos en una condicional permanente; las certezas escasean, aunque las restricciones de movilidad sí funcionan.

La gravedad de la situación sanitaria persiste. Los sanitarios lidian con el colapso las residencias de ancianos piden auxilio desesperadamente a la Administración. La gestión no está libre de errores y en algunos casos la paja en ojo ajeno no ha permitido ver la viga en el propio. La complejidad del momento empuja a los gobernantes a territorio desconocido y a bascular entre la emergencia y la necesidad de prepararnos para el después. La portada de la revista 'The Economist' reflexionaba este fin de semana sobre la crudeza de gobernar y decidir sobre vida, muerte y economía. "Un cálculo sombrío" ("A grim Calculus"), titulaba, aludiendo a la ponderación de factores que marcará la vida de miles de millones de personas.

Fallos de percepción e irresponsabilidad

La mayor parte de los países europeos ha tomado conciencia de la magnitud del reto, una vez superados fallos iniciales de percepción. Muy diferente ha sido el manejo de la crisis por parte de mandatarios como Jair Bolsonaro o Donald Trump, que despreció la gravedad de la enfermedad y su propagación. Hoy, Estados Unidos tiene el mayor número de contagiados del mundo, especialmente Nueva York, ciudad natal del presidente. Tampoco Boris Johnson estuvo rápido de reflejos. Confinado en Downing Street tras dar positivo por covid-19, ha pasado de relativizar la pandemia a ordenar el confinamiento. Tanto Trump como Johnson han dado muestras de enorme irresponsabilidad pero, aún peor, su cálculo sombrío se resuelve a favor de la economía por encima de las vidas.

En España se buscan contra reloj fórmulas que, anteponiendo la salud de los ciudadanos, permitan prepararse para un escenario de recesión mientras la economía hiberna en plena primavera. El proceso de reconstrucción que quiere impulsar Pedro Sánchez le ha llevado a rescatar medidas de gran calado histórico: desde el Plan Marshall que ha colocado en el debate europeo hasta los Pactos de la Moncloa, que acaba de situar en el plano doméstico.

Las propuestas evidencian la gravedad de la crisis, aunque no siempre los referentes históricos son repetibles. Se entiende que Sánchez apele a una fórmula política que en plena transición concitó amplio consenso para generar hoy la complicidad del arco parlamentario. De momento, algunas fuerzas políticas ya han acogido con frialdad la propuesta.

La tira gráfica de la contraportada del primer número de EL PERIÓDICO, de octubre de 1978, mostraba el ataúd de los Pactos de la Moncloa. Duraron apenas un año pero permitieron corregir los graves desequilibrios económicos hasta alcanzar la firma de la Constitución. Esperemos que la altura de miras permita mantener con vida cierto nivel de generosidad política al menos hasta haber doblegado al virus.