Al contrataque
La justicia de Confucio
A medida que la defensa de Trapero ha ido aportando documentos y pruebas -no discursos inflamados- para apuntalar su inocencia, el ardor político y mediático ha menguado ostensiblemente

Josep Lluís Trapero y su abogada, Olga Tubau / periodico

Carles Francino
Carles FrancinoPeriodista
Carles Francino
Hace cosa de 10 años, una aspirante a Miss Panamá se hizo mundialmente famosa cuando describió a Confucio como “un señor chino-japonés que inventó la confusión”. Afortunadamente, la herencia intelectual de este filósofo nacido en la patria del coronavirus aporta otras reflexiones de más valor. Por ejemplo, aquella que sostiene que “el hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor”. O sea, la versión antigua del 'sostenella y no enmendalla' que aplicaban los caballeros en el Siglo de Oro; un absurdo código de honor que les hacía desenvainar la espada antes que rectificar o disculparse.
Creo, para nuestra desgracia, que casi todo lo que guarda relación con este 'procés' que nos ha atropellado en los últimos tiempos tiene poco de Confucio, pero mucho de esa trasnochada hidalguía. Bizarros vocacionales por todas partes. Lo pensé escuchando a los políticos presos en la comisión parlamentaria del 155, sin un solo atisbo de autocrítica. “'Ho tornarem a fer!'”. Y he vuelto a pensarlo a propósito del desfile de mandos de la Guardia Civil en el juicio contra Josep Lluís Trapero. “¡A por ellos!”. Con una pequeña diferencia: los primeros están en la cárcel, condenados por varios delitos; los segundos se encuentran en libertad, pero con su testimonio pueden contribuir a que el exmayor de los Mossos se sume a la fiesta.
Escasa fortuna y dudosa intención
Después de que el coronel Diego Pérez de los Cobos, gran responsable del fracaso operativo del 1-O -no se impidieron las votaciones y todo el mundo vio cómo se aporreaba a la gente-, lo señalara como uno de los cabecillas de la revuelta, tres oficiales de la Guardia Civil intentaron arropar su versión, pero con escasa fortuna y dudosa intención. Uno trató de colar información engañosa sobre una supuesta reunión secreta de Trapero con Crales Puigdemont; otro presentó como gran exclusiva un organigrama con planes y fechas... ¡que ya había salido en la prensa!; y un tercero le atribuyó al propio Trapero una “asesoría inconsciente” a los sediciosos. No está mal; sobresaliente en animadversión.
Y sin embargo este juicio donde ocurren cosas tan curiosas –y donde ha nacido una estrella: la abogada Olga Tubau- no genera fuera de Catalunya el mismo clima enfervorecido que el anterior con los líderes del 'procés'. Es más, a medida que la defensa de Trapero ha ido aportando documentos y pruebas -no discursos inflamados- para apuntalar su inocencia, el ardor político y mediático ha menguado ostensiblemente. Y no sé qué me parece peor: si el tufillo a escándalo o la impostada indiferencia para ignorarlo. Otra reflexión para retratar todo este pollo: “de la mentira viven muchos, de la verdad casi ninguno”. Siempre nos quedará Confucio.
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