Dos miradas

La herida sexual

La piel de la mujer como objeto de propiedad. A partir de este principio, se construye todo

Manifestación frente al Ayuntamiento de Molins de Rei contra la violación de una chica a la salida de una discoteca del municipio

Manifestación frente al Ayuntamiento de Molins de Rei contra la violación de una chica a la salida de una discoteca del municipio / periodico

Emma Riverola

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<strong>Crecen las agresiones sexuales a menores</strong> y también se incrementan las violaciones en grupo (una de cada tres víctimas es menor, también lo son el 24% de los agresores). En las redes, las aplicaciones ponen nombres atractivos a formas encubiertas de prostitución entre chicas jóvenes y hombres maduros. Ambas noticias han sido destacadas por EL PERIÓDICO en los últimos días. Dos temas que muestran una misma carencia: una falta alarmante de educación en la afectividad y la sexualidad. La formación sigue en manos de los dictados machistas. La pornografía se ha convertido en el gran maestro del desprecio y la dominación del cuerpo de la mujer. Los restos del puritanismo eclesial y la perversión de la ultraderecha frenan la construcción de un discurso firme de contraataque.

Entre el grupo de menores capaz de desgarrar algo más que el cuerpo de una mujer y el maduro ejecutivo que contacta con una joven de 18 años a la que agasaja y muestra como un trofeo hay demasiado en común. La piel de la mujer como objeto de propiedad. A partir de este principio, se construye todo. Una desigualdad hiriente que impregna todas las capas del sistema.