Al contrataque

Adiós 2018

Hemos devorado casi el año al completo a toda velocidad. Doce meses en los que quizá hayamos podido aprender algunas cosas y hayamos desandado parte del camino en otras

La manifestación feminista del 8-M del año pasado en Barcelona, en el paseo de Gràcia.

La manifestación feminista del 8-M del año pasado en Barcelona, en el paseo de Gràcia. / periodico

Ana Pastor

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Casi sin darnos cuenta ha llegado. La Navidad ya está aquí. Hemos devorado casi el año al completo a toda velocidad. Doce meses en los que quizá hayamos podido aprender algunas cosas y hayamos desandado parte del camino en otras. Un 2018 en el que vimos por primera vez salir a la calle a millones de mujeres de todas las generaciones, de condiciones y orígenes muy diferentes. Mujeres que soñaron que quizá este sería el año del cambio pero que lo terminarán escuchando cómo se cuestiona ese sentimiento tan transversal y deseado como es la igualdad. El año en el que más tuvimos que tirar de diccionario para volver a explicar de nuevo que el feminismo es solo eso. Nada más. Y nada menos.

Se acaba 2018 y otra palabra ha vuelto pero no sabemos si para quedarse: diálogo. Y el deseo de que no sea un término proscrito pero tampoco sea prostituido por quienes quieren sacarle rentabilidad cuando el viento sopla a favor. Y qué decir del humor en este año. De ese ejercicio de persecución absurdo y peligrosísimo que hemos vivido. Esa involución que me temo nos seguirá obligando a explicar una y mil veces que, aunque no nos haga gracia, un chiste es un chiste. Nada más. Y nada menos.

2018, el año en el que volvimos a dejar abandonados a su suerte a millones de hombres, mujeres y niños que huían de su tierra e intentaban llegar a Europa. El año en el que empezamos a ver cómo la política empática con ellos empezaba a castigarse en las urnas en nuestro continente mientras Donald Trump separaba familias en su país casi sin despeinarse. El año en el que algunas de las ONG más importantes tuvieron que dejar de rescatar vidas en el Mediterráneo ante el acoso de los malos oficiales y de los que no entienden que “o se salva una vida, o se calla una muerte”. 

2018 es el año el que quizá has recibido malas e inesperadas noticias. Seguramente estás entre quienes han perdido a alguien por una maldita enfermedad dejándote un rasguño inmenso del que no sabes si podrás recuperarte. Pero quizá también te han pasado cosas buenas. Te has enamorado, has tenido un hijo o has vuelto a tu ciudad o pueblo después de muchos años viviendo fuera de España. O quizá simplemente eres de esas personas que no necesitan sucesos extraordinarios para emocionarse porque te bastan los pequeños detalles. De esas personas que agradece hasta una mirada amable en un cruce fortuito. O eres de esas personas que en este 2018 has demostrado que no te asustas ni te rindes fácilmente. Que te caes y te levantas lo más dignamente posible. Que te equivocas y aciertas casi con la misma frecuencia. De esas personas que piensan, como hoy me ocurre a mí, que se va 2018 y que en 2019 a pesar de todo y por todo merece la pena seguir dando la batalla.