LA CLAVE
Si Franco hubiera perdido la guerra
Junqueras no tendría a Puigdemont pisándole los talones y arrasaría el 21-D si ERC no hubiera impedido que el 'expresident' renunciara a la DUI
Luis Mauri
Director adjunto
Si Franco hubiera perdido la guerra. Si Georg Elser hubiera culminado con éxito su plan de acabar con Hitler y media cúpula nazi en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich. Si la Unión Soviética no hubiera aplastado la Primavera de Praga. Si Breznev no hubiera retirado los misiles de Cuba.
Cuando no se persigue la inmersión en un estado de melancolía pesarosa y completamente estéril, los ejercicios de nostalgia de aquello que nunca existió pueden resultar excitantes intelectualmente. Y si se abordan con visión crítica, o autocrítica cuando sea el caso, pueden reportar conocimientos valiosos y reflexiones interesantes.
Si el 26 de octubre Puigdemont hubiera disuelto el Parlament y convocado elecciones, tal como aquel día había decidido hacer, si no hubiera cancelado su propósito tras sucumbir a la presión del magma independentista y muy especialmente de ERC, ¿qué habría pasado?
Memorial de la traición
Aproximadamente, que Puigdemont habría salvado el autogobierno catalán, pero al mismo tiempo habría cavado su propia tumba política. Su nombre estaría grabado a fuego en el memorial de la traición a la causa independentista.
El PDECat, su partido, un trasunto de la Convergència de Pujol que en las últimas cinco citas electorales ha concurrido a las urnas bajo ¡cinco! denominaciones distintas, habría arruinado, al menos a medio plazo, cualquier otra operación de reflotamiento pospujoliana.
Hegemonía nacionalista
El Estado no habría estrenado el artículo 155 de la Constitución.artículo 155 de la Constitución Las instituciones catalanas estarían intactas. Junqueras no habría pisado la cárcel Junqueras no habría pisado la cárcely estaría a punto de arrasar en las elecciones y ser ungido president. ERC detentaría sin discusión la hegemonía nacionalista y podría plantearse cómodamente una estrategia más realista. Las convulsiones sociales se habrían modulado y los indicadores económicos no serían tan amenazantes.
En lugar de eso, lo que hay es una sociedad quebrada, más dividida, estresada y malhumorada que nunca. Y el augurio demoscópico sustancialmente el 21-D. ¡Enhorabuena!
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