GEOMETRÍA VARIABLE
¿Es Escocia como Catalunya?
La gran diferencia es que Gran Bretaña quiere salir de la UE, mientras que España ha entrado en el directorio europeo
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
JOAN TAPIA
Un brillante economista, liberal, de derechas y madrileño me decía hace poco que no entendía la obsesión con el referéndum. Sostenía que si una gran mayoría de catalanes, sobre el 60%, quería un Estado propio y votaba consecuentemente en las elecciones catalanas y españolas, el Gobierno de Madrid no tendría otra opción que resignarse y abrir una negociación. Concluía: por mucho que diga la Constitución no se puede mantener un territorio dentro de otro contra su voluntad clara y decidida.
Argumentaba que querer forzar un referéndum cuando solo se han obtenido, en un momento máximo, el 47,8% de los votos, es una ingenuidad. Ningún gobierno va a dejar que España se juegue su existencia sin una demanda sostenida y firme, para ver si un día y en un referéndum los dados caen mal y pasan del 47,8% al 50,5%.
Le cité el caso británico. Pensó un minuto: bueno, los ingleses son ingleses… y Cameron, un gafe. Cedió ante el nacionalismo escocés y solo gano el referéndum gracias al laborista, y escocés, Gordon Brown. Volvió a ceder ante el nacionalismo británico y ha llevado a Gran Bretaña, y a Europa, al desastre del 'brexit'. Rajoy -sonríe- no es Cameron. Quizás sea menos elegante, pero no es tonto.
Ahora, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, quiere un nuevo referéndum en el 2018 o 2019 y algunos vuelven a comparar Escocia con Catalunya. Hay motivos. En ambos países una parte relevante del electorado quiere un Estado propio. Pero hay diferencias que el separatismo se equivocará si no tiene en cuenta. Sturgeon aduce que en el referéndum del 'brexit', el 62% de los escoceses, contra el 38%, votaron contra la salida de Europa. El Gobierno de Londres no les puede obligar a irse contra su voluntad. Debe encontrar una fórmula que respete algo la voluntad de los escoceses. En caso contrario, exige otro referéndum para que Escocia elija entre quedarse en Gran Bretaña o permanecer en Europa. Es un razonamiento que puede interesar en Bruselas. Aunque solo sea para debilitar la posición de Theresa May.
RAJOY, UN FACTOR DE ESTABILIDAD
Aquí la situación es muy diferente. España no quiere salirse de la UE. Al contrario, en el 2010-2014 con la crisis fiscal y de la deuda y el temor a que tuviera que ser rescatada (lo que en parte pasó con el rescate bancario), España era un país débil de la UE. Ahora las cosas han cambiado. Por múltiples, causas España crece más que la media europea y en un continente que teme el fantasma del populismo de Wilders, Marine Le Pen o Beppe Grillo, Rajoy se ha convertido -pese a todo- en un factor de estabilidad. La prueba es que ha sido la cuarta pata del directorio europeo que se acaba de reunir -por invitación de Merkel y de Hollande- en el Palacio de Versalles.
Rajoy no es Cameron. Tampoco es Theresa May. Si el independentismo catalán quiere ser escuchado seriamente tiene que tener en sus activos algo más sólido que la esperanza de saltar del 47,8% de los votos al 50,5%. Caso contrario continuará con los éxitos diplomáticos a los que Artur Mas y Raül Romeva nos tienen acostumbrados.
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