Sin compasión

El teatro, para el director suizo Milo Rau,Milo Rau, "debe ser una experiencia transformadora". El teatro político, que es el que él practica, se enfrenta a la realidad del tiempo presente y trata de encontrar no solo la raíz del conflicto sino el puñetazo que aturde al espectador y lo encara a un mar de dudas, de inquietudes, de íntimas luchas morales. Lleva tiempo, por ejemplo, investigando y reflexionando sobre la guerra (aún viva, latente pero constante) en el Congo, en Ruanda y Burundi. Más de 23 millones de muertos. 

¿La recuerdan? ¿La tienen presente, iniciada en los años 90, con las masacres de tutsis y hutus, y con el trasfondo de la hipocresía occidental que tiene necesidad del oro y del coltán? Ahora, en 'Compasión. Historia de la metralleta', Rau dibuja, como yo no había visto nunca, el rostro insoslayable del Mal, mientras se cuestiona la ética europea, que solo reacciona (y de manera humillante) cuando los cadáveres llegan a las costas de Grecia.

"MALNACIDOS CON METRALLETAS"

En 'Compasión', estrenada en Temporada Alta, Rau nos pregunta si no interpretamos todos un personaje que es capaz de contemplar el dolor sin inmutarse. Un personaje que, en su teatro, justamente se transforma cuando explica la tragedia, cuando la hace explícita en un escenario. Todo se reduce, finalmente, a "unos malnacidos que tienen metralletas". Y la presencia del Mal, ensordecedora, persistente, se impone en "un mundo sin compasión", desde el África desguazada a la Europa que agoniza.