LA CORTINA DE HUMO
Dos errores históricos
El proceso soberanista y la negociación por un gobierno nuevo en España comparten un hijo argumental: dar esperanzas a los inmovilistas
Un hilo argumental compartido une estos días la política catalana y la española, ahora que los contrarios al cambio depositan todas sus esperanzas en el fracaso de los que (sobre el papel) lo quieren impulsar. Lo más curioso de todo es que esta semana, ciertamente, los errores de los implicados en el proceso soberanista en Catalunya y en la negociación por un gobierno nuevo en España han sacado la cabeza, y de qué manera, para dar esperanzas a los inmovilistas.
En Madrid, la sensación de gran fracaso y de error histórico empieza a coger cuerpo en forma de gran nube negra sobre la cabeza de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Tanto tacticismo, tanto teatro, tanto politiqueo y tanto interés particular cínicamente (y muy mal) disimulado harta seguro al más pintado de quienes todavía confían en un cambio que los tres actores políticos prometieron en campaña.
El PSOE, rehén de sí mismo, de su jacobinismo y de su señora feudal Susana Díaz. Podemos y la incapacidad que de momento ha mostrado para hacer nada realmente diferente al proceder político de toda la vida. Y Ciudadanos, guardián de las esencias del lampedusianismo, haciendo como que está por un gran cambio cuando realmente actúa como claro factor obstaculizador de un movimiento real y de fondo que lleve el PP a la oposición.
Por primera vez, tres líderes políticos españoles que la pasada legislatura no habían encabezado sus respectivos proyectos podían conseguir, a la primera, acceder al gobierno, y a partir de aquí, podían impulsar (si bien no culminar) una reforma constitucional que unos y otros han prometido. Parece que los grandes agentes dinamitadores de este escenario son ellos, no un PP fosilizado que solo da señales de vida cuando sale a mojar pan en los errores de sus presuntos antagonistas.
Una cosa muy parecida pasa en Catalunya, donde los contrarios a la hoja de ruta pactada por Junts pel Sí y la CUP van totalmente a remolque de la agenda marcada por el proceso soberanista que tanto critican. No aportan nada alternativo y tangible, y básicamente tienen minutos de gloria cuando, como esta semana, la CUP vuelve a lo suyo, con su afición a la gesticulación y a tensar la cuerda. O cuando Esquerra, con Oriol Junqueras al frente, ofrece momentos 'dejà vu' de aquellos que distraen la atención de lo relevante, que es la reivindicación del derecho ante los ataques constantes de Madrid al autogobierno catalán, y un faenar en el día a día para construir el Estado que han prometido. Su objetivo es demasiado ambicioso para permitirse frivolidades y errores que pueden ser históricos si, juntos o por separado, acaban dando la razón a quienes no hacen nada para demostrar que la tienen. Nada que no sea esperar a que los otros tropiecen.
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