El drama de la inmigración

Proteger a personas y no fronteras

En el Mediterráneo hemos respondido a una crisis humana y de refugiados con medidas de seguridad y defensa

SERGIO MAYDEU

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Asistimos estas semanas a imágenes repetidas en años anteriores y que prometimos que nunca más volverían a producirse. Nos encontramos en medio de una crisis de refugiados en Europa en la que solo tenemos dos opciones, ignorar la problemática o afrontarla. En juego, cientos de vidas humanas. La muerte de más de 300 personas en Lampedusa en octubre del 2013 supuso un tímido punto de inflexión en las políticas migratorias de la UE en el Mediterráneo, lo que provocó una primera reacción europea: acompañar los esfuerzos que el Gobierno italiano llevaba realizando durante ese año. Se creó la operación Mare Nostrum para asistencia y rescate marítimo y que supuso el rescate de más de 150.000 personas, un parche para un problema mal diagnosticado pero que permitió salvar miles de vidas. Incomprensiblemente el año pasado se suprimió este operativo y fue sustituido por otro (Tritón, coordinado por Frontex) cuyo mandato, recursos y ámbito de actuación es mucho menor. Los resultados de una mala decisión política son evidentes estos días.

Estas semanas nos enfrentamos a un reto humanitario en nuestras fronteras sin que la UE disponga de ninguna agencia europea de rescate. Frontex, que actualmente lidera la respuesta europea a esta crisis, es una agencia de control de fronteras. Hemos respondido a una crisis humana y de refugiados básicamente con medidas de seguridad y defensa. Y seguimos por esta línea. Hace unos días dos oenegés (Médicos Sin Fronteras y MOAS) anunciaron la creación de un operativo para rescate y salvamento en el Mediterráneo. ¿Acaso deben ser organizaciones civiles las que dediquen sus limitados recursos a una actividad que debería hacer la UE? Aducir que la creación de una agencia de salvamento europea generaría un efecto llamadaes no entender las dinámicas migratorias y, particularmente, la que vivimos en la actualidad. Primero porque Mare Nostrum se dedicó a salvar vidas, por tanto, ya es algo que -deficientemente- la UE hacía. Segundo, porque es no entender la naturaleza del problema. Estamos hablando de refugiados, no solo de migrantes económicos. Los datos son claros. La gran mayoría de solicitantes de asilo en el 2014, así como las personas rescatadas con Mare Nostrum o Tritón, proceden de países en conflicto armado o con graves tensiones políticas. Siria, Eritrea, Somalia, Mali, Nigeria, Gambia, Afganistán e Irak encabezan el listado. Y es aquí donde la UE también debe centrar su atención y esfuerzos. Los mismos datos muestran que el volumen de personas procedentes de estos países es cada vez mayor y nada parece indicar que vaya a disminuir en los próximos meses. Las condiciones de seguridad en sus países de origen no van a cambiar a corto plazo y no tienen otra alternativa que la huida. ¿Acaso la UE creía que tras cuatro años de una guerra en Siria que ha generado ya cuatro millones de refugiados estos no iban a intentar alcanzar suelo europeo? Solo en el 2014 se recibieron más de 122.000 solicitudes de asilo de ciudadanos sirios en la UE, casi el triple que en el 2013.

Si como ha apuntado Federica Mogherini (representante para la política exterior de la UE) los países de la Unión deben hacer mayores esfuerzos en la acogida de refugiados, estos deben hacerse de forma conjunta, proporcional y solidaria por todos sin excepción. También hay que ayudar a países con mayor carga en acogida de refugiados fuera de Europa, lo que les inestabiliza.

El foco se ha puesto estos días en Libia, país sumido en un proceso de descomposición interna desde hace dos años y desde donde salen cerca del 90% de las embarcaciones que intentan llegar a Europa. Es necesario que la UE se implique activamente en su estabilización, pero esta no se producirá a corto plazo, lo que limita las actuaciones que se presenten para luchar contra las mafias y grupos de trata de personas que están aprovechándose del vacío de seguridad interior para hacer negocio y enviar a la muerte a cientos de personas en precarias embarcaciones. Las mafias son uno de los problemas, no el único.

La UE esperaba que el norte de África y Turquía siguieran haciendo de tapón de unos flujos migratorios que por sí mismos no pueden ser controlados, aunque sí reconducidos o mitigado su impacto. Ya no puede esperar que esto suceda, primero por la inestabilidad de gran parte de estos gobiernos que tienen serias dificultades para gestionar sus fronteras y, segundo porque -repito- la clave está en los países de origen. Europa no tiene una crisis de inmigrantes sino de refugiados, y las autoridades europeas deben preguntarse por qué. Actuamos como si tuviéramos un problema de gestión de fronteras, cuando el mar no sabe qué es eso. Ni le importa.