Lo mejor de mi 2021

Ha sido un año movidito pero, incluso en condiciones tan adversas, nuestras barras y cocinas favoritas han apretado los dientes y han cuidado de nosotros. Vaya por delante mi admiración por todos los trabajadores de hostelería y su resiliencia. 

Hemos presenciado el derrumbe parcial del sector durante esta interminable pandemia y hemos visto también cómo los camareros han tenido que desdoblarse y convertirse en policías gracias a la chapuza el pasaporte covid. Definitivamente, ha sido un final de temporada para el olvido. Pero quiero acabar el año surfeando por el lado positivo porque, a pesar de las dificultades, la hostelería no ha parado de darnos de alegrías. Estas son las mías.

El panettone más caro del mundo

Bravo por todos

Este 2021, he probado unos nigiris dignos del mercado de Tsukiji en una vieja bodega de barrio. Bravo por Grado Sushi. He vibrado con la nueva cocina gallega en un santuario a tener muy en cuenta. Bravo por Besta Bar. Me he enamorado de un bikini y un brioche con nata artesanal. Bravo por la Granja Vendrell. He flotado gracias a un tuétano con pan artesanal y mantequilla de aceite y tomate en la mismísima Casa Fuster (es la foto que abre este artículo). Bravo por Aleia.

He disfrutado con los platillos con alma y los vinos naturales de una de las mejores terrazas de Fort Pienc. Bravo por Contracorrent Bar. He tenido que masajearme el lacrimal tras probar unos antológicos tendones con vieiras en una nueva iglesia de Sant Antoni. Bravo por Maleducat. He disfrutado de un menú degustación japonés tan mágico que aún reverbera en mis papilas. Bravo por Suto. Y qué decir de los moles de La Tarántula, los cruasanes de Pantera Rosa de Le Tigre Cakes, las anchoas en mantequilla ahumada de Rooftop Smokehouse o la patata con erizo y crema agria de Bodega Bonay... Bravo por hacernos más felices en otro año de m$%&!. 

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