Estreno de 'Los amos del aire'

La gesta de los 'bomber boys', azote de Hitler y masacrados a 32.000 pies de altura

'Los amos del aire', en Apple TV+: Spielberg y Hanks regresan a la segunda guerra mundial con reparto estelar

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La historia de los Ritchie Boys, los interrogadores judíos de nazis

El actor Clark Gable (centro), cuando fue artillero de la 8ª Fuerza Aérea, con la tripulación del Delta Rebel 2 tras regresar de una misión.

El actor Clark Gable (centro), cuando fue artillero de la 8ª Fuerza Aérea, con la tripulación del Delta Rebel 2 tras regresar de una misión. / DESPERTA FERRO

Anna Abella

Anna Abella

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Hitler, a través de Hermann Göring, ofreció a sus aviadores una recompensa de 5.000 dólares al que abatiera a Clark Gable, que se había alistado como artillero de la 8ª Fuerza Aérea de Estados Unidos, formada en 1942 respondiendo a la humillación de Pearl Harbor. También otra estrella de Hollywood, James Stewart, engrosó las filas de los llamados ‘bomber boys’, una legión de jovencísimos estadounidenses que pilotaron sus aeronaves desde las bases instaladas en Gran Bretaña hasta el corazón del Tercer Reich. Antes de que ningún aliado pisara suelo germano, cuando el Führer aún ganaba, descargaron dos millones de toneladas de bombas sobre la Alemania nazi: mataron a medio millón de civiles, la mayoría ancianos, mujeres y niños; 61 ciudades, de Dresde a Berlín, Hannover y Colonia, quedaron reducidas a escombros, y destruyeron tres millones de casas (el 20% del parque de viviendas). 

El 80% de aquellos aviadores estadounidenses no había subido antes a un avión. Tenían solo una posibilidad entre cinco de cumplir sus misiones. 26.000 murieron y 28.000 cayeron prisioneros. El 73% de los pilotos fueron bajas, un 10% del total sufridas por todo el Ejército americano en la Segunda Guerra Mundial. Fue la guerra de los bombarderos. 

Un navegante traza el rumbo hacia el objetivo en su puesto en el morro del bombardero.

Un navegante traza el rumbo hacia el objetivo en su puesto en el morro del bombardero. / DESPERTA FERRO

En 2006 profundizaba en su gesta e interioridades, basándose en relatos orales y archivos, el historiador y catedrático estadounidense Donald L. Miller en las 750 páginas de ‘Los amos del aire’, que ahora publica Desperta Ferro en España. En este libro se ha inspirado la serie que se estrena este 26 de enero en Apple TV producida por Steven Spielberg y Tom Hanks (juntos de nuevo tras ‘Hermanos de sangre’ y ‘The Pacific’), protagonizada por Austin Butler y Callum Turner.

Los bombarderos solían llevar tripulaciones de 10 hombres, el mayor de los cuales, de unos 22 años, era el piloto. En el cielo carecían de contacto con el mando y debían tomar solos las decisiones. Volaban hasta 32.000 pies de altura en cabinas no presurizadas, al principio con aberturas laterales para las armas por las que entraba el gélido viento y sufriendo temperaturas de hasta 56 grados bajo cero. Sabían que "el frío helado mata". Y aunque se protegieran con botas y guantes calefactables, si se les ocurría quitárselos para, por ejemplo, desencasquillar el arma, la carne de las manos se les pegada al metal y la piel se les desprendía al intentar retirarlas. 

Clark Gable dijo que si las cosas iban mal, nunca saltaría en paracaídas. No quería que Hitler lo metiera en una jaula "como un gorila"

Tampoco funcionaban muy bien las primeras máscaras de oxígeno: "Si un aviador tenía mareos o una acumulación de saliva durante el combate y ese líquido caía en la manguera y la manguera se congelaba, él no lo sabía". A los dos minutos quedaba inconsciente. A los cuatro estaba muerto. 

Un joven piloto estadounidense herido en la cabeza por un proyectil alemán.

Un joven piloto estadounidense herido en la cabeza por un proyectil alemán. / DESPERTA FERRO

Hasta que no aparecieron los temidos Mustang, los bombarderos americanos debían volar sin escolta de cazas porque estos tenían un radio de acción mucho más corto. Eso hacía que los alemanes los masacraran. Pero las bajas de la Luftwaffe fueron mucho mayores: 70.000. La estrategia aliada, que culminaría con la invasión del Día D, tenía como objetivo la aniquilación de la producción industrial y las comunicaciones nazis a través del bombardeo estratégico, pero muchos expertos han señalado que masacrar las ciudades solo consiguió "reforzar la voluntad de resistencia del pueblo germano".  

A la Octava Fuerza Aérea llegaron hombres de todas las clases sociales y todos los rincones de Estados Unidos. Excepto negros, que tenían vetado volar en unidades de combate, entre ellos había graduados en Harvard, mineros, iconos del fútbol americano, vaqueros de Oklahoma o abogados, como Robert ‘Rosie’ Rosenthal (en la serie lo encarna Nate Mann), que tenía un prometedor futuro en un bufete de Manhattan pero se alistó tras Pearl Harbor. No luchaba por lo que Hitler hizo a los judíos, le contó a Miller, "sino por lo que Hitler hizo a la humanidad".

La tripulación del 'Memphis Belle', encabezada por el capitán Robert Morgan (al frente, izquierda), regresa de su vigésimo quinta misión el 17 de mayo de 1943.

La tripulación del 'Memphis Belle', encabezada por el capitán Robert Morgan (al frente, izquierda), regresa de su vigésimo quinta misión el 17 de mayo de 1943. / DESPERTA FERRO

Rosenthal voló en 52 misiones y fue derribado tres veces. Tras la guerra volvió al bufete. Se aburría. "Este es un trabajo que he querido toda mi vida y, sin embargo, comparado con la guerra, era tan tibio... No había emoción y las decisiones que tomábamos eran ridículas comparadas con las que teníamos que tomar en el aire", explicó quien luego procesaría a algunos nazis en los juicios de Nuremberg

45.000 británicas se casaron con militares estadounidenses. Fueron las "novias de la guerra", muchas repudiadas tras la contienda

Otros protagonistas reales de la serie de Apple TV son John ‘Bucky’ Egan (Callum Turner), convencido de combatir por una causa noble, pero que también "mataba para que no lo matasen", y el oficial Gale ‘Buck’ Cleven (encarnado por Austin Butler), que trabajó como peón de una perforación petrolífera de Wyoming antes de ir a la universidad. Según uno de sus aviadores, "tenía un corazón tan grande como Texas y lo daba todo por sus hombres".  

El actor James Steward, que acabó siendo uno de los principales comandantes de combate de la 8ª Fuerza Aérea.

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El comandante James Stewart

Poco se sabe que James Stewart, que de niño soñaba con ser piloto aunque su padre le condujera a la Universidad de Princeton, antes de protagonizar ‘Qué bello es vivir’ entró en 1940, a los 32 años, en la Fuerza Aérea a pesar de la oposición de Louis B. Mayer, el "dictatorial" jefe de la Metro Goldwyn Mayer, que no quería arriesgarse a perder a una de sus estrellas. De hecho le faltaban dos kilos de peso para ser aceptado, pero se presentó por segunda vez y le dijo al oficial de alistamiento: "Esta vez olvídese de pesarme". Y pocos días después de ganar un Oscar por ‘Historias de Filadelfia’ fue aceptado como soldado raso, conviertiéndose en uno de los principales comandantes de combate. 

El duelo de Clark Gable

También mención aparte merece Clark Gable. El galán de ‘Lo que el viento se llevó’ entró por propia iniciativa en el grupo de bombarderos en 1943, sorteando, como Stewart, las presiones de la Metro. Fue tras la muerte en accidente de avión de su tercera mujer y gran amor, Carol Lombard, que le había presionado en vida para que se alistara. Quería ser ametrallador, le dijo a un reportero, y sabía dónde se metía. "Ahí arriba es una masacre. Están cayendo como polillas. Como polillas muertas". "Sorprendió a todo el mundo al acompañar a las tripulaciones a algunas de las misiones más dura", asegura el historiador, y estuvo a punto de morir cuando un proyectil impactó en el avión donde volaba, le voló el talón de la bota y salió del fuselaje a escasos centímetros de su cabeza. Dijo que si las cosas iban mal, nunca saltaría en paracaídas. No quería que Hitler lo metiera en una jaula "como un gorila", recalcó, y lo exhibiera por toda Alemania.

“Novias de la guerra” británicas, con sus bebés, casadas con aviadores estadounidenses, saliendo del puerto de Southampton en enero de 1946 para reunirse con sus maridos en Estados Unidos.

“Novias de la guerra” británicas, con sus bebés, casadas con aviadores estadounidenses, saliendo del puerto de Southampton en enero de 1946 para reunirse con sus maridos en Estados Unidos. / DESPERTA FERRO

Las "novias de la guerra"

La presencia de ‘bomber boys’ en Reino Unido dejó, literalmente, semilla. Más de 45.000 británicas se casaron con militares estadounidenses. Las "novias de la guerra", muchas con sus bebés o embarazadas, embarcaron desde enero de 1946 para cruzar el charco y reunirse con sus maridos. Sin embargo, recibieron abucheos de tropas británicas al salir y al llegar a Nueva York, algunas no recordaban las caras de sus esposos a los que habían conocido durante pocas semanas y muchos de ellos las rechazaron y fueron enviadas de vuelta. También esto formó parte de la que fue la campaña militar más larga de la Segunda Guerra Mundial.