Exposición en el Museo d’Orsay

Los dos últimos meses de vida de Van Gogh en Auvers-sur-Oise, una explosión de obras maestras

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Un autorretrato de Van Gogh, en la exposición sobre sus últimos días antes de morir, en el Museo de Orsay.

Un autorretrato de Van Gogh, en la exposición sobre sus últimos días antes de morir, en el Museo de Orsay.

Enric Bonet

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Un periodo clave en la trayectoria artística de Vincent van Gogh. El genio neerlandés tuvo una vida corta —murió a los 37 años—, así como su carrera como pintor —de apenas una década—, pero eso no le impidió convertirse en uno de los grandes artistas del siglo XIX. Fue una figura clave para entender la transición de la modernidad decimonónica al arte de las vanguardias. Uno de los momentos de mayor fertilidad creativa en la vida de Van Gogh fueron los dos últimos meses antes de suicidarse, que pasó en el pueblo francés de Auvers-sur-Oise. El Museo d’Orsay dedica hasta el 4 de febrero una exposición temporal a ese periodo, siendo una de las muestras destacadas de este otoño e invierno en París.

Tras haber pasado un año en un asilo por sus problemas de salud mental en el sur de Francia, Van Gogh se instaló en mayo de 1887 en Auvers-sur-Oise. Situado entonces a una hora en tren de París, ese pueblo, de unos 2.000 habitantes, ya había acogido a otros artistas de la época como Pisarro, Camille Corot o Paul Cézanne. El pintor neerlandés viajó allí aconsejado por su hermano Theo, quien le había recomendado que recibiera el tratamiento del doctor Paul Gachet, un especialista en la melancolía —término utilizado en el siglo XIX para referirse a la depresión—.

'Fermes avec personnages', uno de los últimos lienzos que Van Gogh pintó en Auvers-sur-Oise.

'Fermes avec personnages', uno de los últimos lienzos que Van Gogh pintó en Auvers-sur-Oise. / EPC

De hecho, uno de los primeros cuadros destacados en la exposición es un retrato del doctor Gachet. Como si en realidad se tratara de un espejo, Van Gogh lo pintó como un hombre melancólico, con un rostro apenado. Ese médico, quien también dibujaba en sus ratos libres, le dio un consejo que el artista adoptó como un dogma: dejar de pensar en su enfermedad y concentrarse en su trabajo como artista. Van Gogh hizo hasta 74 cuadros y unos 50 dibujos en sus dos últimos meses de vida. De ello, unos 40 lienzos y 20 dibujos se exponen en esta muestra del D’Orsay.

Una fecunda inspiración artística

“Auvers es, sin duda, muy bonito. Tanto que creo que me resultará más ventajoso trabajar que no hacerlo, a pesar de todos los infortunios que preveo en mis cuadros”, escribía entonces Van Gogh. Ese pueblo del noroeste de la región parisina se convirtió en una fecunda fuente de inspiración para el artista. Los historiadores del arte han estudiado al detalle esos dos últimos meses de vida, también retratados en las películas del estadounidense Vincente Minelli (1956) y del francés Maurice Pialat (1991). El análisis de sus obras ha reflejado que apenas se alejó 500 metros del albergue donde residía para inspirarse y crear. Todo lo que le rodeaba en Auvers-sur-Oise le fascinaba. 

Una de las salas del Museo Orsay de París.

Una de las salas del Museo Orsay de París. / Sophie Crepy

Van Gogh retrató tanto las casas modestas de campesinos pobres como domicilios aburguesados de esa localidad. Aunque todos esos retratos de paisajes rurales comparten el singular estilo del pintor neerlandés —con su trazo nervioso y más marcado y libre que el de los pintores impresionistas—, también destacan por su variedad y las experimentaciones artísticas que ensayó en cada uno de ellos. En 'Campo de amapolas' introduce la técnica puntillista, en 'Granjas de Auvers-sur-Oise' dejó la mitad del cielo sin pintar augurando una práctica luego habitual en el siglo XX.

Elaboró algunas de sus composiciones inspirándose en algunos de sus principales referentes artísticos, como el pintor romántico Delacroix o el realista Millet. Sin embargo, una de las tesis de la exposición es que el neerlandés se encontraba en búsqueda de “una nueva pintura”. Y una de sus obsesiones en esa exploración artística resultaba perfeccionar sus colores, sobre todo a través de la observación de la naturaleza. 

La iglesia de Auvers-sur-Oise, según Van Gogh.

La iglesia de Auvers-sur-Oise, según Van Gogh. / EPC

Un arte atormentado y “atacado en su propia raíz”

Destaca, de hecho, por la expresividad del azul del cielo y los vitrales la obra 'La iglesia de Auvers-sur-Oise'. Un retrato del templo del pueblo que sobresale tanto por la fuerza cromática que hizo de Van Gogh uno de los precursores del fauvismo, pero también por la dimensión subjetiva y existencial del cuadro. La solitud y la limitadísima presencia humana resultan dos de los elementos característicos de los retratos que pintó en el final de su vida. En ellos se evidenciaba a ese artista angustiado y atormentado, cuyo estilo pictórico siempre estuvo marcado por su dimensión subjetiva. 

Una de las salas del Museo Orsay de París.

Una de las salas del Museo Orsay de París. / Sophie Crepy

Ese carácter existencialista de sus últimos cuadros, pintados pocos años antes de las obras expresionistas de Edvard Munch, aparece en plenitud en la magnífica última sala de la muestra. En ella se expone una serie de cuadros que elaboró con el singular formato de 50 centímetros de alto y un metro de ancho. Incluye obras maestras como 'Campo de trigo con cuervos' o 'Dos figuras en el bosque'. 

En esa misma sala también puede verse la última pintura del genio neerlandés, cuya temática resultó premonitoria: 'Raíces del árbol', una pintura casi abstracta sobre el dolor existencial que sentía. “Mi vida está atacada en su propia raíz”, escribió entonces Van Gogh. Menos de dos meses después de haberse instalado en ese pueblo del norte de Francia, se disparó una bala en el pecho con un revólver el 27 de julio, según la teoría más respaldada sobre la muerte del artista que ha generado múltiples rumores. Dos días después, fallecería. Y así pondría punto final a su estancia tan fértil en Auvers-sur-Oise.