Libro homenaje

¿Por qué nos gusta tanto Ibáñez? Las claves del éxito del maestro del tebeo

¿Quién es quién en '13, Rue del Percebe'?

Francisco Ibáñez, en el Salón del Cómic de Barcelona de 2016.

Francisco Ibáñez, en el Salón del Cómic de Barcelona de 2016. / FERRAN SENDRA

Anna Abella

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Trabajar, trabajar y trabajar", lo que en él implicaba dibujar, dibujar y dibujar, reiteraba siempre sobre cuál era su secreto un Francisco Ibáñez que nunca contempló la idea de jubilarse. Y así encontró la parca, que llegó sin avisar, al padre de Mortadelo y Filemón, pues la noche antes de morir a los 87 años, el pasado 15 de julio, su mujer fue a buscarle para cenar y él estaba como cada día, empuñando los lápices ante el tablero de dibujo. Sabía bien que se ultimaba un libro de homenaje que nadie esperaba que fuese póstumo, ‘Ibáñez. El maestro de la historieta’ (Bruguera, en castellano y catalán), a cargo del periodista Jordi Canyissà.

"Él mismo buscó todos los originales que le pedí para publicar y los llevó a la editorial", revela el autor, al que le quedó la "espina clavada" de no haber llegado a tiempo de mostrarle al creador de ‘13, Rue del Percebe’ las pruebas del libro. Es un ensayo que busca "ser un libro de arte, que por un lado enseña y hace lucir su obra y a la vez la analiza con la visión del crítico, tratándolo a él como a un artista". "No quise hacer una biografía o entrevistarle para que hablara él de su obra", añade sobre un volumen que, apunta, se complementa con, por ejemplo, ‘El universo de Ibáñez’, de Antoni Guiral (Bruguera 2018).  

El libro tiene una segunda parte en la que 16 autores de cómic participan reinterpretando una página o una portada del creador de Pepe Gotera y Otilio y Rompetechos (su preferido y un poco su álter ego, admitía, porque era tan miope como él). El homenaje reúne, entre otros, a Jan, Paco Roca, Nadia Hafid, Kim, Raquel Gu, Lorenzo Montatore, Pep Brocal, Bartolomé Seguí, Ana Penyas, Fermín Solís, Pilarín Bayés, Juanjo Sáez o JL Martín, quien borda un ‘13, Rue del Percebe’ en clave 2023. También apoyan el homenaje, con breves textos, escritos antes de su muerte, figuras como Carlos Areces, Andreu Buenafuente, Mery Cuesta, Eva Hache, Alaska o Jordi Costa.  

Canyissà parte de la pregunta ¿Por qué nos gusta tanto Ibáñez? La respuesta se explica en tres claves: Por su dibujo, por el humor y por la forma de narrar las historias. "Él siempre reivindicaba el humor, el guion que sustenta los gags, como claves de su éxito. Decía que lo importante era eso y que un buen dibujo sin un buen guion no funcionaba. Siempre fue muy coherente en su forma de entender la historieta: todo está al servicio de hacer reír", destaca el periodista, que añade: "Cuando decía que no valoraba tanto el dibujo, no era por falsa modestia, lo creía sinceramente. Pero los críticos debemos decir que, además, era un gran dibujante. Solo hay que mirar sus portadas, o fijarse en las viñetas, hasta en los mínimos detalles". 

Por ello, "para ver cómo trabajaba el lápiz, el entintado…", pidió originales a Ibáñez, quien solo los tenía posteriores a 1986 y no de la época anterior en la histórica Bruguera, que no devolvía los originales. Un año antes había abandonado la editorial, a la que llevó, con éxito, a los tribunales por los derechos de sus personajes. De ahí que el libro reproduzca, por ejemplo, el original de una portada histórica, la primera en que aparecían ‘Chicha, Tato y Clodoveo’, serie que junto a ‘7 Rebolling Street’ (con la misma idea de ‘13, rue del Percebe’) publicó en la revista ‘Guai!’ de Grijalbo tras salir de Bruguera y antes de volver a ella cuando después de que cerrara la compró Ediciones B.

Canyissà reivindica el lenguaje artístico, con sus característicos insultos transformados en representaciones gráficas, como los rayos y truenos, el dinamismo imparable de los personajes, el valor plástico de sus dibujos, su talento narrativo o la eficacia compositiva de sus viñetas. Y se detiene en los disfraces de Mortadelo, el gancho de las portadas y su maestría con el gag.  

No deja de recordar el crítico que hasta el final Ibáñez siguió escribiendo los guiones de Mortadelo y Filemón y dibujando todas las páginas a lápiz. También las portadas, que dejaba totalmente acabadas, también a tinta. Es en ese punto donde al maestro se le cuestionó en los últimos tiempos que no acreditara en los álbumes a quien ha sido su entintador durante 40 años, Juan Manuel Muñoz.

"A partir de los 70, Bruguera puso entintadores para las historietas de Ibáñez pero también para las de Raf o Vázquez. Era un proceso de trabajo industrial para hacer historietas, así podían producir más páginas. Y, desgraciadamente, no se acreditaba a los entintadores. Aún así, Ibáñez entintó muchos interiores. Y siguió dibujando a lápiz hasta el final", recalca Canyissà, apuntando a los originales a lápiz "soberbios" de sus últimos álbumes.

Escribe el autor sobre las influencias que en los 60 tuvieron en Ibáñez "el gran Manuel Vázquez, entonces el modelo que todo joven dibujante de Bruguera [como él] debía seguir", y la escuela de cómic franco-belga, "que la editorial consideraba el ejemplo a seguir". Según el crítico, "sabe adoptar con talento ese estilo, pero más interesante aún que ese ejercicio de apropiación es que sabe desprenderse muy pronto de esa influencia para mutar su dibujo hacia un estilo que es una particular síntesis de la simplicidad ‘vazquiana’ y de la finura plástica de dibujantes como Franquin". A partir de ahí adquirió la madurez gráfica que le convertiría en un maestro del tebeo. 

Suscríbete para seguir leyendo