FINALISTAS DEL PREMIO CATALÀ DE L'ANY (10)

Francisco Ibáñez, el contable que vio que lo suyo era dibujar 'mortadelos'

El histórico dibujante, maestro del tebeo y creador de '13, Rue del Percebe', que el 2016 celebró 80 años, es finalista al Català de l'any

Francisco Ibáñez, presentando el nuevo álbum de Mortadelo y Filemón, 'Sueldecitos más bien bajitos...'.

Francisco Ibáñez, presentando el nuevo álbum de Mortadelo y Filemón, 'Sueldecitos más bien bajitos...'. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) le gusta decir que su taburete y su culo son una pareja muy bien avenida. Y suerte de ello han tenido, y siguen teniendo, múltiples generaciones de lectores que han crecido leyendo a los disparatados Mortadelo y Filemón, las ‘chapuzas a domicilio’ de Pepe Gotera y Otilio, El Botones Sacarino o su entrañable y miope álter ego Rompetechos. Suerte, sí, han tenido de que aquel contable del Banco Español de Crédito (donde su jefe siempre le pillaba “haciendo dibujitos”) decidiera, en 1957 y pese a la oposición de sus padres, abandonar aquel trabajo fijo para dedicarse de lleno a dibujar historietas. En marzo del 2016, quien en la profesión nadie duda en llamar “maestro” celebró 80 años siendo homenajeado con una gran exposición en el Salón del Cómic de Barcelona y con una edición integral de '13, Rue del Percebe'13, Rue del Percebe', habitada durante 55 años por unos increíbles inquilinos, reflejo de la cotidianidad en la España franquista. Pero Ibáñez, siempre discreto, con su permanente sonrisa pícara en el rostro, siempre recuerda que lo suyo siempre ha sido “trabajar, trabajar y trabajar”, es decir: “dibujar, dibujar y dibujar”. 

El valor de lo que hacemos está en su propia sencillez, no en lograr medallas ni en estar en museos, sino en que la gente se ría”

Francisco Ibáñez

— HISTORIETISTA

Infatigable, y sin que la jubilación se le pase por la mente –“¿qué iba a hacer? ¿jugar a la petanca o al mus?”-, sigue dotando de su inconfundible humor y proverbial ironía a Mortadelo y Filemón, su pareja más prolífica, esos agentes de la T.I.A que le dieron, allá por 1958, el espaldarazo popular que nunca le ha abandonado y que le siguen encaramando en las listas de los más vendidos con álbumes sonados y anclados en la actualidad, como ‘¡Elecciones!’, dedicado a las generales del 2015 o ‘El tesorero’, con guiños a la corrupción y protagonizado por un personaje más que sospechosamente parecido a Luis Bárcenas, el extesorero del PP. Así, engancha infaliblemente tanto a chavales como a adultos y, aunque afirma que no tiene intención de “hacer crítica social y política”, continúa sacando punta a todo lo que le rodea a un ritmo de cuatro ‘mortadelos’ al año, porque, añade, cuando acaba un álbum ya está pensando en el siguiente.      

Radiografía

Había crecido devorando tebeos -‘El guerrero del antifaz’, ‘Pulgarcito’...- porque el quiosquero del barrio guardaba de noche la mercancía en su casa. Y tenía solo 11 años, en 1947, cuando publicó su primer dibujo en la revista ‘Chicos’: era la cara de un indio americano. Pronto entró en aquella factoría del tebeo que fue la legendaria Bruguera y de ahí, hasta hoy, con millones de cómics vendidos (más de 30 desde finales de los 80, cuando empezó a publicar con Ediciones B).  

En 1994 Ibáñez ganó el Gran premio a toda una trayectora del Salón del Cómic de Barcelona y, en el 2001, recibió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Cada año numerosas voces piden que se le conceda el Príncipe de Asturias pues, si en el 2014 lo ganó otro grande de la historieta, el argentino Quino, creador de Mafalda, ¿porqué no lo iba a merecer el maestro más emblemático de nuestro tebeo? Pero él no es amante de los reconocimientos públicos. “El valor de lo que hacemos está en su propia sencillez, no en lograr medallas ni en estar en museos, sino en que la gente se ría”.  Y, como siempre, zanja cualquier pregunta asegurando que para él, el mejor premio es tener una cola inmensa de fans esperando a que les firme un álbum y, sobre todo: “La mirada de los niños, que llegan con esos ojillos tan abiertos esperando que les dibuje un Mortadelo”.