Opinión | Periféricos y consumibles

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Escritor residente y torreznos de diseño, por Javier García Rodriguez

J. M. Coetzee vivirá dos meses en Madrid como escritor residente en el Museo del Prado

Muere Martn Amis, el escritor salvaje

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El escritor surafricano J. M. Coetzee.

El escritor surafricano J. M. Coetzee. / MONDADORI

Me explicaba mi carnicero el otro día, con infinita paciencia y al hilo de las elecciones, que él no trabajaba el cerdo ibérico. Que la gente –ese concepto tan polémico o 'podémico'- prefería gastarse la pasta gansa en chuletones y entrecots de ternera, y en paletillas y chuletillas de lechal antes que pagar facturas abultadas (qué lenguaje el de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados y el de la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España) por “comer cerdo”. De modo que en sus vitrinas de barrio, ni secreto, ni pluma, ni presa, ni lagarto: bocados de lujo para el comensal ibérico. Solo ha caído mi carnicero de 'milguoqui ' en la tentación del torrezno, que se cotiza más caro que las manufacturas de Lladró®. Está de moda el torrezno, me dijo. Y cuando chocamos con las modas, hasta el humilde torrezno, producto estrella de las barras de mesones, ventas y bares de carretera de nuestra piel de toro (hoy me he abonado al tópico), el torrezno poco sutil, periférico y consumible, se convierte en un lujo para los sentidos, pasa a ser torrezno de diseño.

Percibo un ansia común e idéntica en las ficciones, en los ficcionarios, en los 'ficcionadores' y en los 'aficcionados'. Una especie de disforia de género literario en la que casi todos andamos como fuera de lugar, con insatisfacción, frustración, malestar o inquietud, como si Harrison Ford quisiera seguir siendo Indiana Jones (en el Tiempo Maldito). Leo que a Coetzee le han nombrado escritor residente en EL museo (ya saben) y que andará por Madrid esperando a los bárbaros, por desgracia, aunque a él le gustaría –según dicen- tener una casita en un pueblo apartado de la vista de todos. Villabrágima, quizás, muy cerca de Villafrechós, de donde procede la familia de Jeff Bezos, millonario residente en Amazon,  

Todos a disgusto con el papel que les ha tocado. El escritor elusivo aceptando la exposición pública. King África abandonando su alma de roquero. Adán y Eva añorando la infancia que nunca tuvieron. Martin Amis aguantando que todas las necrológicas hablen de su padre.

Los guionistas de Hollywood en huelga desde hace semanas pidiendo condiciones laborales justas, ya no –han perdido la esperanza- que se les reconozca como creadores. Ay, si Barton Fink levantara la cabeza. Los funcionarios de justicia, también en huelga, pidiendo un reconocimiento que hasta ahora no han tenido. Los torreznos queriendo ser delicatesen, como los calamares de potera. Los clásicos queriendo ser modernos (ave, César, Mari Tere te saluda). Los árboles (olmos, alcornoques, lo que sea), que no dejan ver el bosque porque se tornan en invernaderos. Todos menos yo. Que he conseguido que esta columna sea más periférica y consumible que nunca. Y que en ella salga el pueblo que nunca tuve.

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