Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

Plagio, repetición, piojos y Lacan con grelos, por Javier García Rodríguez

Pinocho

Pinocho

Propongo que, hasta que se demuestre que tienen conciencia, las muy degeneradas inteligencias artificiales puedan ser acusadas de “plagio inconsciente”. Como a George Harrison por su 'My Sweet Lord' allá por 1976. Lo declaró culpable de plagio inconsciente el juez Owen, y después se puso a cantar, por lo que imagino, 'Owen the saints go marchin’ in'.¿Podremos acusar a las inteligencias artificiales de plagio intencionado? ¿Tienen intención las máquinas? Un colega mío testificó como perito judicial en un pleito por plagio contra Ana García Obregón (no hagan el chiste fácil o cruel de que ha plagiado a su hijo). Era un asunto sobre aquella serie con una chica de alterne o de barra americana transformada en institutriz de familia numerosa. Allí fue mi colega, un profesor frío como un témpano de hielo al que conocían en su universidad como “el catedrártico”. Anita lo miró con desprecio cuando se cruzaron en los pasillos del juzgado. Luego, como en el poema del soldado fanfarrón, fuese y no hubo nada.

A María Cañas, artista plural y apropiacionista, también la acusaron de plagio por un cartel de un festival de cine. Una propuesta 'pulp', reciclada y experimental. Leo este dato en la biografía que ofrece como autora de la “cubierta autoplagiada” de 'Plagio', la novela algo punki de Patrícia Font recién publicada en Barrett. Font escribe, creo yo, contra toda esa literatura que tiene la elegancia discreta con la que visten los testigos de Jehová los domingos cuando salen a predicar puerta por puerta en parejas que quizás no están aún contempladas en la nueva ley de familias. A Font le pides un menú del día y te pone una ración de Lacan con grelos.

Qué desazón con los plagios, las repeticiones, los espejos, las cópulas, las reproducciones y las identidades. Qué preocupación con aquello de saber de dónde vienen los niños. Con la cigüeña había menos problema. Ahora andamos entre ChatGPT y Gepetto(o Gepeto). Crear, recrear, procrear. Menudo poema. El viejo carpintero también tenía el deseo de ser padre. Hoy el gobierno italiano se ha convertido en el primer país europeo en vetar el chat creativo y plagiarista. Y lo que te rondaré, morena. Solía utilizar mi abuela María la variante 'piejos' para referirse a los 'ftirápteros', a los insectos ápteros hemimetábolos, o sea, a los vulgares y recalcitrantes piojos, azote de la infancia inasequible al champú de huevo. Y quizá lo que sucede es que hemos pasado de un país de 'piejos' a un país que no es para viejos. Seguro que con todo esto de las inteligencias artificiales, la intención, los plagios, los plagios inconscientes, el apropiacionismo, Lacan, las cópulas, Gepetto, mi abuela María y los piojos, saldría una buena historia escrita por ChatGPT. Ah, caramba, que ya la ha escrito (y es buena). La firma Pinocho.